La «guerra sucia» entre candidatos marcó la campaña de las presidenciales colombianas

MERCEDES LODEIRO PAZ A CORUÑA

INTERNACIONAL

La incógnita electoral es si el mayor favorito, Álvaro Uribe, logrará suceder a Pastrana sin necesidad de una segunda vuelta Algo más de 24 millones de colombianos (11.874 desde España) pueden votar hoy al sucesor del presidente Andrés Pastrana. Por el puesto compiten once candidatos, pero tan sólo dos tienen posibilidades de ser el sexagésimo sexto gobernante del país, desde Simón Bolívar, en 1819, cuando alcanzó su independencia. El que mejor situado está en las encuestas es el disidente liberal Álvaro Uribe, de Primero Colombia y que cuenta con el respaldo del Partido Conservador (en el Gobierno), seguido de Horacio Serpa, del Partido Liberal. La campaña ha estado salpicada de polémica entre ambos. El telón de fondo para todos ha sido la violencia.

25 may 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

La «guerra sucia» entre los dos principales candidatos a la presidencia de Colombia en esta primera vuelta se puso de manifiesto cuando Horacio Serpa acusó a Álvaro Uribe de estar respaldado por paramilitares de derecha. Pero éste se vio apoyado el viernes por la Fiscalía General al revelar que no halló pruebas de ello. A Serpa le devolvieron el tizón al recordarle su pasado, considerarlo socio de las guerrillas en Barrancabermeja y por haber sido directivo de la campaña y ministro del Interior del presidente Ernesto Samper (1994-98), quien fue acusado de financiar su elección con 6 millones de dólares donados por el cartel de Cali. La polémica también ha salpicado a la candidata independiente Noemí Sanín, quien acusó al diario más importante del país, El Tiempo, de manipular un informe sobre su trayectoria. El candidato a vicepresidente con Uribe, Francisco Santos, es de la familia titular del rotativo. Sanín, cuyo equipo de campaña y plan de gobierno son considerados los mejores, replicó que un candidato le ofreció «el oro y el moro» a cambio de que se retirara y le cediera sus votos. Desempleo e inseguridad Quien venza hoy, o el 16 de junio en segunda vuelta, de ser necesaria, se enfrenta a una economía que se resiste a crecer y con casi un cuarto de la población en la miseria. Después de tres años de reformas fiscales, de superar la crisis de la banca y la severa contracción de la producción en 1999, el futuro sigue marcado por la incertidumbre que genera el alto grado de violencia. A ésta se atribuye el desempleo y el empleo precario, pero también a la legislación laboral y a la escasa inversión pública y privada. La ola de violencia obligó a los candidatos a hacer campañas casi a puerta cerrada y con extremas medidas de seguridad. El riesgo era evidente desde febrero -Pastrana rompió el diálogo con las FARC-, pero se acentuó en abril, cuando Uribe sobrevivió a un atentado, al parecer de esa guerrilla. La campaña también deja el lamentable episodio del secuestro de la candidata Betancourt.