El G-8 ofrece su apoyo moral y financiero a las negociaciones de paz en Camp David

CARLOS DOMÍNGUEZ. Efe NAGO

INTERNACIONAL

LA CUMBRE DE OKINAWA Manifestaciones y protestas por distintos motivos intentan atraer la atención de los líderes El polémico plan estadounidense de crear un sistema antimisiles y las negociaciones de paz israelo-palestinas se impusieron en el primer día de la cumbre del Grupo de los Ocho, que se celebra en Okinawa (Japón). Tal y como se había previsto, la difícil negociación entre Ehud Barak y Yaser Arafat centró ayer la atención de los dirigentes del poderoso club en su primer análisis de los temas políticos, tras tratar a primera hora cuestiones estrictamente económicas. Tras la incorporación de Vladimir Putin a dichas discusiones políticas, el G-8 ofreció un respaldo espiritual y financiero a las negociaciones de paz de Camp David.

21 jul 2000 . Actualizado a las 07:00 h.

Los Ocho calificaron la cumbre de Camp David de «oportunidad real» para lograr la paz, al tiempo que aplaudieron la «valiente decisión» de Barak y Arafat de continuar sentados frente a frente. Además de este apoyo moral, se comprometieron a financiar la materialización de un eventual acuerdo, aunque sin entrar en detalles, una posibilidad que flota en el ambiente de la cumbre y que podría hacer regresar a su país antes de tiempo al autor de la iniciativa, Bill Clinton. En la agenda discutida ayer en Nago, el G-8 también mostró su preocupación por las enmiendas introducidas en la Constitución de Yugoslavia que permitirá al presidente Slobodan Milosevic mantenerse en el poder otros cuatro años. Además dió su firme apoyo a las dos Coreas por el acercamiento político que experimentan desde la histórica cumbre del pasado junio. Manifestaciones Las más variadas manifestaciones para llamar la atención de los líderes del G-8 protagonizaron también la cumbre. Cuatro activistas de Greenpeace fueron detenidos tras alcanzar la playa del Bankokushinryokan, sede de la cumbre, a bordo de una lancha neumática. Los detenidos intentaban entregar una carta a los estadistas con sus demandas para la protección de los bosques. Además también se manifestaron decenas de mendigos, militantes contra la globalización económica y opositores a las bases norteamericanas. Ante la creciente oposición de la población local a la presencia estadounidense en Okinawa, Clinton prometió que EE UU será un buen vecino, pero insistió en que la presencia militar en la isla es «vital» para Tokio y Washington. Agarrando el toro por los cuernos, Clinton buscó el contacto personal con la población. Para ello eligió el Parque de la Paz, un impresionante monumento al aproximado cuarto de millón de muertos que causó la batalla por Okinawa, una de las más trágicas de la Segunda Guerra Mundial.