Esto es lo que realmente consumes al mezclar una bebida energética y alcohol

D. P. / D.S.

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CONCHA SALGADO

Un profesor de Bioquímica desvela en el programa «Dame Veneno» los riesgos de esta combinación

08 ene 2018 . Actualizado a las 18:51 h.

¿Sabes lo que supone para el cuerpo mezclar una bebida energética y un alcohólica? Partiendo de esta sencilla cuestión y con una explicación práctica el programa «Dame Veneno», que presenta Chino Darín en #0, ha conseguido hacer remover conciencias. El vídeo en el que José Manuel López, profesor de Bioquímica en la Universidad de Murcia, detalla la cantidad de los componentes que las consecuencias de esta mezcla se está extendiendo como la pólvora y ya suma de 7,5 millones de reproducciones. 

«La última encuesta oficial de la Unión Europea dice que el 80% de los adolescentes europeos consumen habitualmente bebidas energéticas» con esta afirmación el profesor de Bioquímica dio a pie para advertir a los consumidores sobre sus componentes.López advirtió que según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) la taurina y la carnitina «los ingredientes estrella» de estas bebidas «no sirven para nada». «Ninguna de estas moléculas no sirve absolutamente para nada», aunque aclara que tampoco son tóxicas.

El azúcar añadido

Otro componente esencial de este tipo de refrescos es el azúcar. «En un día podemos ingerir como mucho hasta 25 gramos de azúcar añadidos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS)», recordaba el profesor. Las bebidas energéticas contienen hasta 75 gramos, el triple del máximo recomendado por la OMS. 

La cafeína es otro ingrediente de estos refresacos. Cada bebida equivale a dos o tres cafés. «A partir del segundo café empiezan a notarse los síntomas de nerviosismo, irritabilidad. Con tres cafés, estamos excitados», explicaba López. 

El mayor problema viene cuando se beben por la noche mezclándolas con el alcohol. Si se consumen tres o cuatro bebidas, equivale a unos doce cafés y se pueden alcanzar los 300 gramos de azúcar. Estas cantidades hacen que los efectos del alcohol de «deprimir y amuermar» desaparezcan y se pueda seguir bebiendo, lo que aumenta las posibilidades de alcanzar el coma etílico