Miguel de Cervantes, ¿qué hay realmente detrás del mito?

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Cuatrocientos años después de su muerte, el «Manco de Lepanto» sigue siendo uno de los mejores escritores de la historia. ¿Qué hay detrás de esta fama?

23 abr 2016 . Actualizado a las 01:58 h.

Miguel de Cervantes. Orgullo patrio. Estandarte español. Literato de honor. Representante universal de lo nuestro. Cuatrocientos años después de que Miguel de Cervantes dejara huérfano al mundo de la literatura, sus obras le siguen sobreviviendo. El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, perdura. Porque Cervantes no fue uno más. Perseguido, envidiado y denostado en su época, a Miguel de Cervantes tuvo que ser la historia la que le hiciera justicia. Pero, ¿qué ha hecho el Manco de Lepanto para merecer esto?

La solución a la duda puede ser sencilla. Don Quijote de la Mancha ha conseguido traspasar cualquier frontera. Cualquier duda. Para muchos críticos, dentro y fuera de España, la historia del hidalgo sigue siendo la primera novela moderna y una de las mejores obras de la literatura universal. ¿Quedan dudas? Tiramos de datos. La gran creación de Miguel de Cervantes sigue siendo el libro más editado y traducido de la historia. Solo él ha sido capaz de competir de tú a tú con la Biblia

Porque aquel lugar de la Mancha de cuyo nombre Cervantes no quería acordarse, es, curiosamente, uno de los parajes más mentados y recordados a lo largo y ancho del mundo. Un rincón de la geografía española que le valió a Miguel de Cervantes algunos calificativos que pocos o ninguno pueden ostentar. «El mejor trabajo literario jamás escrito», es uno de ellos. Don Quijote de la Mancha es la primera obra genuinamente desmitificadora de la manida tradición caballeresca y cortés. La burla elegante salida de la pluma cervantina logró el resto. 

Sin embargo, la celebridad no llenó el bolsillo de Miguel de CervantesA pesar de que su Don Quijote de la Mancha se publicó doce años antes de su muerte, al escritor no le dio tiempo a sacar rédito a su genialidad. Murió pobre, sin haber visto en su cartera ni un solo rédito de su tan importante creación.

Miguel de Cervantes sigue siendo, en muchos aspectos, todo un reto y un misterio para la historia. Y como muestra, un botón. El aspecto del gran escritor español es toda una incógnita. A pesar de que hay un puñado de retratos con el rostro del Manco de Lepanto, los expertos alertan: ninguna de ellas reflejan su verdadera apariencia. Por no ser, no es verdad ni la realidad de su apodo. Dicen los que saben que Cervantes no era manco. No tenía amputada ninguna mano, sino que las graves heridas que sufrió durante la batalla que le dio nombre, le dejaron la extremidad inútil.

Y de la letrada figura que el tiempo ha dejado, algunas cosas tampoco encajan. Miguel de Cervantes era un genio con la pluma, pero no tanto con la oratoria. En el prólogo de sus Novelas ejemplares, el escritor deja constancia de su condición de tartamudo, una circunstancia que probablemente acabó marcando su carácter.

Cervantes más allá del Quijote

Recordar a Miguel de Cervantes de la mano de su Alonso Quijano, hidalgo de la triste figura, es irremediable. Pero el apodado «Príncipe de los Ingenios» carga con una mochila mucho más pesada. Cervantes no solo transitó por los caminos de su Quijote. Se salió del mapa. No escribió mejor, pero si distinto.

Sentó las bases su Galatea. Eso sí, lo hizo desnuda de la adelantada posición que Cervantes mostró en su obra maestra. La Galatea (1585) trata la historia de dos pastores enamorados de una maravillosa mujer, lo que sitúa el libro entre otras del subgénero pastoril. 

En 1613, entre las dos partes que componen Don Quijote de la ManchaCervantes se salió por la tangente. Publicó las Novelas ejemplares, un trabajo compuesto por doce relatos cortos con un argumento cada uno de ellos que siguen sorprendiendo a día de hoy por su firme originalidad. Los trabajos de Persiles y Sigismunda supuso un punto y final. Fue la última obra de Miguel de Cervantes y su carta de despedida. En ella incluye la dedicatoria en verso que el autor envió a su amigo el conde de Lesmos.