Marte: últimos avances y grandes retos en el planeta rojo

La Voz REDACCIÓN

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Xavier Fonseca

El agua líquida puede fluir ahora mismo en la superficie. La NASA halla las pruebas «más sólidas» de su presencia en forma salada 

29 sep 2015 . Actualizado a las 20:16 h.

Marte sorprende y fascina al mismo tiempo. Pero nunca deja a nadie indiferente. El planeta rojo ha sido el centro de la investigación espacial a lo largo de los últimos cincuenta años en una historia plagada de sonoros fracasos y también de éxitos luminosos, en especial en la última etapa. Desde que la sonda Mariner 4 se enganchara por primera vez a su órbita en 1965 y sorprendiera al mundo con las imágenes de un mundo estéril y desértico, que chocaba con el estereotipo ofrecido por la ciencia ficción y la imaginería popular, que lo presentaban como el hábitat de diminutos seres verdes que encarnaban a una civilización superior, la ciencia no ha dejado de investigar para desentrañar los secretos del cuerpo del Sistema Solar más parecido a la Tierra, aunque no por ello el más habitable.

Queda mucho por conocer y muchas preguntas por responder, pero las sondas espaciales, que han escudriñado con sus cámaras y espectrómetros la superficie de Marte, han aportado un valioso conocimiento que será muy útil no solo para satisfacer la curiosidad de científicos y ciudadanos en general, sino también para preparar el desembarco humano a un mundo hasta ahora hostil.

La investigación vive en este momento un momento de efervescencia nunca antes conocido. Sobre la superficie del planeta caminó hasta el 2010 el robot geólogo Spirit, que llevaba cinco años recopilando información hasta que dejó de funcionar. Su gemelo Opportunity, que llegaba a Marte en enero del 2004 con una misión por delante de 90 días, todavía sigue funcionando superando todas las expectativas y transmitiendo valiosos datos. En la órbita marciana también operan hoy en día cuatro sondas: las norteamericanas Mars Reconnaissance Orbiter (MRO), Maven y Mars Odyssey, y la Mars Express, de la Agencia Europea del Espacio.

LEON NEAL | AFP

Agua en Marte

Especialmente relevante ha sido la misión de la Mars Global Surveyor, que con diez años de actividad fue la primera en ofrecer evidencias claras de la existencia de agua helada en Marte. Ya en el 2000, después del análisis de las más de 30.000 fotografías que ofreció, los investigadores de la NASA constataron la existencia de un mar helado debajo de la superficie marciana, lo que a partir de ese momento no ha hecho más que constatarse.

En diciembre del 2007, en una investigación publicada en Science, un grupo de investigadores determinó a partir del estudio de siete años de imágenes aportadas por la Surveyor que el agua en forma líquida aún podría fluir ocasionalmente en la actualidad sobre la superficie marciana. La teoría indicaba que la débil atmósfera de Marte y sus bajas temperaturas, por debajo incluso de los cien grados, hacen inviable que el agua en superficie pueda persistir durante largos períodos de tiempo, ya que se congelaría o evaporaría, pero la hipótesis que planteaba era que, si existía en el subsuelo, en algún momento podría aflorar temporalmente, como lo demostraban las muestras de sedimentos y lodos movidos recientemente, supuestamente por el efecto del agua. Esta publicación no ha hecho más que confirmarse este lunes, cuando la NASA, informó que había hallado nuevos indicios que confirmaban la existencia de agua en Marte, apuntando que las líneas que surcan las pendientes del planeta rojo podrían ser ríos de salmuera, es decir, agua saturada en sales, gracias a las imágenes de la sonda Mars Reconnaissance Orbiter.

Pero al conocimiento de Marte también había contribuido de forma decisiva un actor inesperado: la Agencia Espacial Europea. Su sonda Mars Express fue la primera en constatar de forma irrefutable, con imágenes espectaculares, la existencia de grandes cantidades de agua helada debajo del terreno del planeta e incluso de forma ocasional en medio de los cráteres en superficie. También determinó la existencia en el pasado del planeta de grandes glaciares y volcanes activos, lo que indica que, quizás, en algún momento se dieron las condiciones para la vida, aunque fuera de tipo microbiano.

La actividad de la Mars Express, que desplegó el radar Marsis para sondear hasta en tres kilómetros de profundidad donde se encuentran los depósitos de agua, también posibilitó la creación del primer mapa de Marte en tres dimensiones. El modelo digital del terreno (DTM) permite a los científicos situarse literalmente en la superficie del planeta. Ofrece, además, detalles topográficos sin precedentes

El mapa en 3D puede decir al instante a los investigadores la pendiente de las laderas o la altura de los acantilados, la altitud e inclinación de las coladas de lava o las llanuras desiertas. «Estos datos son esenciales para entender cómo fluyó el agua o la lava a lo largo de Marte», explicó Gerhard Neukum, el investigador principal del proyecto. Las cuatro sondas, en general, están aportando continuamente nuevos datos. Toda esta información, geológica, climática y de la topografía será vital para el desembarco terrestre. ¿La fecha? Quizás en el 2030.

Según confirmó la NASA hace un par de años, la primera misión tripulada a Marte está planificada para el 2030. Pero su programa, sin embargo, no es el único que prepara el desembarco al planeta rojo. La Agencia Espacial Europea (ESA) tiene en marcha el programa Aurora con el mismo fin y China reconoció también su propósito de lanzarse a la colonización marciana, previa escala en la Luna.

Sobre la mesa están puestos varios proyectos, aunque una aventura de esta magnitud probablemente no se llegue a hacer nunca en solitario, sino fruto de la colaboración internacional, tal y como había planteado el expresidente francés Nicolás Sarkozy en su día: «Porque Marte está ahí y es accesible a las tecnologías disponibles para la humanidad, no podemos rechazar intentar esta aventura». 

NASA | REUTERS

La propuesta más avanzada es la presentada por la NASA, lo que no implica necesariamente que la vaya a llevar a cabo en solitario. El proyecto que se plantea es una misión de 900 días a Marte en la que los astronautas permanecerían en torno a 550 días sobre la superficie marciana. La nave, de unas 400 toneladas de peso, sería puesta en órbita por varios cohetes Ares.

Pero antes de enviar una tripulación humana a Marte se llevaría a cabo una primera misión que partiría en diciembre del 2028 o enero del 2029 con un módulo de carga y con todo el material necesario para la construcción de la base.

El desembarco humano

Para el primer trimestre del 2033 está prevista una segunda misión con tripulantes, mientras que el primer equipo de cosmonautas regresaría a la Tierra en enero de ese mismo año. El viaje tendrá una duración de entre seis y siete meses. Sin embargo, y pese a que la colonización de Marte se plantea ya como algo posible, todavía será necesario superar numerosos obstáculos para conseguir no ya el objetivo de llegar al planeta, sino de subsistir a sus hostiles condiciones y poder regresar con éxito a la Tierra. Primero habrá que conseguir un motor de propulsión lo suficientemente desarrollado como para llegar a Marte en seis o siete meses. Luego, si se consigue el objetivo, habrá que diseñar una protección adecuada para que los astronautas puedan soportar la radiación solar y el bombardeo continuo de rayos gamma procedentes de agujeros negros recién nacidos y de los rayos cósmicos provenientes de explosiones estelares, que suponen un gran riesgo para la integridad del ADN humano.

Los cosmonautas que acudan a Marte también tendrán que permanecer en un ambiente de gravedad cero hasta que alcancen Marte y, una vez allí, se verán sujetos a una gravedad menor a la terrestre. La baja gravedad es todo un reto para el cuerpo humano, ya que está comprobado que durante períodos de tiempo prolongados provoca daños en la musculatura, los tejidos óseos y el sistema inmune. Deberán, además, adaptarse a temperaturas que varían entre los -129 grados y los cero grados, que pueden tener efectos desastrosos en la circulación sanguínea e incluso provocar hipotermia. Quedan aún muchos otros retos, incluido uno que, pese a que no se tiene muy en cuenta, no deja de ser importante: el psicológico. Una misión tan larga puede ser demoledora.

FEernando Abilleira, ingeniero de origen gallego en el corazón del proyecto de la misión «Mars Science Laboratory», apodada «Curiosity».
FEernando Abilleira, ingeniero de origen gallego en el corazón del proyecto de la misión «Mars Science Laboratory», apodada «Curiosity».