Tour de France: El dopaje ensombrece los cien años de la ronda ciclista

La Voz

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Córcega se estrena hoy como punto de partida de la competición ciclista que este año será exclusivamente francesa

29 jun 2013 . Actualizado a las 22:44 h.

El Tour de Francea que cada mes de julio acapara la atención de los aficionados al deporte, , durante tres semanas, cumple este verano su edición número 100. Córcega -que se estrena en el Tour- será el punto de partida de la carrera centenaria que arranca hoy, 29 de junio, y cuyo recorrido será exclusivamente francés -otros años tocaba los países vecinos-. El Tour de France 2013 cuenta con la participación de un total de 22 equipos y dos claros favoritos, Contador y Froome. El Tour de France 2013, 21 etapas y una distancia total de 3 404 kilómetros, se alargará hasta el 21 de julio, día en el que los corredores llegarán a la meta ubicada en los Campos Elíseos de París.

Dos novedades más para esta edición número cien del Tour de France: vuelve la contrarreloj por equipos, ausente desde el 2011. Y se añade la doble subida del Alpe d'Huez en la 18º etapa. El primer paso será a 50 kilómetros del meta, situada en lo alto de la segunda ascensión del Alpe d'Huez. Figuran en el programa otras tres metas en alto para los equipos que compiten este 2013: Ax 3 Domaines, el Mont Ventoux y Annecy-Semnoz, nueva incorporación al Tour de France. Diez ciudades-etapas inéditas se incorporan también en este centenario: Porto-Vecchio (salida 1ª etapa), Bastia (meta de la 1ª y salida de la 2ª etapa), Ajaccio (meta de la 2ª y salida de la 3ª etapa), Calvi (meta de la 3ª etapa), Cagnes-sur-Mer (salida de la 5ª etapa), Saint-Gildas-des-Bois (salida de la 10ª etapa), Saint-Pourçain-sur-Sioule (salida de la 14ª etapa), Givors (salida de la 15ª etapa), Chorges (meta de la 17ª etapa) y Annecy-Semnoz (meta de la 20ª etapa).

La sombra del dopaje es alargada

Este año, el Tour de France 2013 empieza fuerte, en una isla de carreteras infernales, sembrada de cuestas y descensos constantes, con toboganes, curvas y rutas estrechas para celebrar como se mercecen las cien ediciones, que no cien años -la primera edición se celebró en 1903-, de una competición que ha visto y podido casi con todo, excepto con el fantasma del dopaje que despierta cada año cuando se acerca junio para hacer proliferar los escándalos, las declaraciones o las revelaciones sobre prácticas ilícitas en el ciclismo. En este Tour de France 2013, el fuego ya está abierto. Hace una semana, el alemán Jan Ullrich confesó que había recurrido al dopaje sanguíneo. Un par de días más tarde, una comisión francesa reveló que el francés Laurent Jalabert había consumido EPO a finales de los 90, en el apogeo de su carrera y ayer, un día antes del inicio de la carrera, el estadounidense Lance Armstrong, despojado de sus siete títulos por dopaje, afirmó en el diario Le Monde que «no se puede ganar el Tour de France sin doparse». «Desde 1999, en junio siempre hay escándalos -aseguró el director técnico del Tour, Jean-François Pescheux-. Se aprovechan del Tour de France, nunca salen todas estas cosas en diciembre» .

«No nos han dicho nada que no supiéramos, que a finales de los 90 y principios de la década de los 2000 hubo un periodo extremadamente oscuro en el ciclismo -indicó el director del Tour, Christian Prudhomme-. Ya lo sabíamos». Para el Tour de France, el dopaje ya no es una práctica generalizada en el ciclismo, como lo fue en otras épocas. Sacar a relucir los fantasmas del pasado, considera la organización de la competición, solo persigue dañar la imagen de este deporte. «Desde hace tres o cuatro años se ha hecho todo lo posible para recuperar el auténtico ciclismo -añade Pescheux-. Hemos visto grandes pájaras, ataques imposibles y creo que estamos en la buena dirección, pero si pese a todo te sacan casos de hace 15 años, vamos a tener problemas para avanzar».

Cien años de vidas al límite

El Tour de France fue la primera competición ciclista por etapas de la historia y hoy en día sigue siendo la más importante del mundo. En sus orígenes fue, además, mucho más que ciclismo al contar con una destacada dimensión de pedagogía política, haciendo visible la nación a millones de franceses que solo conocían sus pueblos y villas natales. Más allá de su dimensión deportiva, la carrera está vinculada de forma intrínseca a la identidad de nuestro país vecino, un emblema que nació como una operación comercial, organizada por un periódico deportivo, L'Auto -precedente del actual L'Equipe-, dirigido entonces por un entusiasta del ciclismo, Desgranges, y una gran apuesta política de carácter nacionalista. Consiguieron poner en marcha la mejor carrera del mundo. Con el paso de los años, el Tour de Francia se convertiría en un insuperable acontecimiento deportivo y un fuente de riqueza económica, con muchos millones de francos de beneficios, primero, y de euros después.

Los grandes campeones, los dominadores del Tour de France, darían juego para hacer varias películas. Libros ya se han escrito muchos sobre ellos, sobre sus vidas y aventuras sobre las dos ruedas. Son tantos que a las nuevas generaciones les cuesta incluso reconocer a destacados veteranos como Bernard Thévenet, que ganó en dos ocasiones el Tour de France, el de 1975 y el de 1977. El paso del tiempo no borra las hazañas que llevan sobre sus espaldas convertidos casi en leyendas. Sin olvidar las fuertes sacudidas que ha tenido la competición. Como la de Lance Armstrong.

Fue el pasado mes de enero cuando el posiblemente mejor ciclista de todos los tiempos, tras sufrir una gran presión por sus excompañeros, confesó durante una entrevista con la popular presentadora estadounidense Oprah Winfrey que los siete Tours de Francia conseguidos entre 1999 y el 2005 había sido fruto del dopaje.

Escándalos y polémicas a la orden del día, ninguna llegará a ser dramática en el Tour de Francia como las de quienes se dejaron su vida en las carreteras galas, Tom Simpson y Fabio Casartelli. Otros campeones, después de abandonar el ciclismo, decidieron acogerse a una vida discreta. Armstrong no la llevó ni cuando era corredor. De Carlos Sastre, se acuerda poca gente: desapareció del mundo del deporte. Los pocos, como Pantani, tuvieron un final trágico, indigno de un ciclista que levantaba pasiones.

Los hay en estas cien ediciones del Tour de France que han sido castigados por la desgracia, con la pérdida de parte del dinero que ganaron, incluso hay algunos que se han visto estigmatizados socialmente. Hay reconversiones llamativas hacia el mundo del cine erótico, otras encaminadas al universo de la vida nocturna y hasta los hay perdidos por Tailandia, Indonesia o África. El ciclismo es un reflejo de la vida. Por eso, cien años de Tour de France dan mucho de sí. Hay que saber aprovechar el momento, rentabilizarlo deportiva y económicamente, y ser consciente de que aunque seas el mejor del mundo, siempre habrá jóvenes al asalto del futuro.