Bergoglio: El papa que renunció primero

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto ROMA / ENVIADO ESPECIAL

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Alessandro Bianchi

El cardenal argentino, elegido nuevo pontífice y que liderará a la Iglesia católica con el nombre de Francisco, allanó el camino de Ratzinger en el año 2005 al pedir que no le votaran a él. Ya ha hablado con su predecesor, que siguió el cónclave y la fumata por televisión

14 mar 2013 . Actualizado a las 16:44 h.

Quien entra como papa sale como cardenal. El dicho se cumplió a la perfección y ni el brasileño Scherer ni el italiano Scola se sentarán en la silla de Pedro. Es un argentino, Jorge Mario Bergoglio, quien sucede a Benedicto XVI e inicia una nueva etapa pontificia bajo el nombre de Francisco. Bergoglio hace historia al convertirse en el primer papa latinoamericano y el primero jesuita.

La humildad, una virtud exaltada por el papa emérito en su despedida y a la que también aludió Angelo Sodano en la homilía del miércoles, es una característica adherida al perfil del arzobispo de Buenos Aires desde la anterior elección papal, cuando Bergoglio allanó el camino a Ratzinger. Tenía una minoría de cerca de 40 votos y renunció para no bloquear el cónclave, dicen que con lágrimas en los ojos. Los cardenales, sin duda, lo han tenido en cuenta.

La figura de Bergoglio responde también a las demandas de una gran parte de la comunidad eclesiástica, que demandaba un papa no europeo, que representara la universalidad de la Iglesia y, al mismo tiempo, sirviera para tender puentes con otros continentes. Latinoamérica suma 501 millones de fieles, el 42 % del total de católicos en el mundo y hacia allí se dirigían todas las miradas.

El papa Francisco hizo referencia a su origen en su primera intervención en el balcón de la basílica de San Pedro: «Ustedes saben que el papa es el obispo de Roma y parece que mis queridos hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo. Pero estamos aquí. Les doy las gracias por la acogida y doy las gracias a la ciudad de Roma como su obispo». Unas palabras -las de Jorge Mario Bergoglio- que encierran más significado del que parecen por su doble alusión a su carácter episcopal. Y es que todos esperan que el nuevo papa impulse una mayor colegialidad frente al poder de la curia romana.

El pontífice, que coexistirá junto al papa emérito, instó a rezar una oración por Benedicto XVI «para que Dios lo bendiga y la Virgen lo guarde». Luego, Bergoglio dijo que ahora comienza «un camino» para el que pidió al mundo que recen «unos por otros para que haya una gran fraternidad». «Espero que este camino de la Iglesia que hoy comenzamos sea de evangelización», añadió.

La elección de Bergoglio se resolvió en la última votación del día, la quinta del cónclave, solo una más que en el 2005. La fumata negra de la mañana había provocado cierta impaciencia y el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, tuvo que dar explicaciones: «Es muy normal. Si se repasan los cónclaves del siglo pasado, solo el de Pío XII, en los albores de la Segunda Guerra Mundial, dio resultado positivo al primer escrutinio». También indicó que no había cardenales enfermos que pudieran ralentizar las votaciones.

Por eso mismo, cuando por la tarde no hubo fumata intermedia, todo el mundo daba por supuesto que los cardenales seguían divididos y que habría que aguardar a hoy o mañana. Pero la espera por la fumata empezó a dilatarse y desató la catarsis colectiva cuando, con una plaza abarrotada, el humo blanco empezó a brotar por la chimenea. No hubo dudas con el color, pero sí cuando el cardenal protodiácono, Jean-Louis Tauran, pronunció el nombre del elegido. La primera reacción de la gente fue de gran emoción, pero un instante después la plaza pareció enmudecer. «¿Quién es Bergoglio?», se preguntaban algunos.

Quizá haya que esperar al inicio de su pontificado -la misa inaugural se ha programado para el próximo martes, festividad de San José- para saberlo. De momento, la designación de Bergoglio revela que la Iglesia puede haber entrado en una etapa de madurez. Tras un papa que reconoció sus limitaciones físicas y espirituales, llega otro con fuerza para unir a los católicos.

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