«La noche más oscura», entre las grandes favoritas para los Oscars

Miguel Anxo Fernández

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Bigelow confirma lucir pulsaciones narrativas de primer orden, que es capaz de afrontar un asunto que pocos mortales ignoran -la ejecución de Bin Laden- sin renunciar a servir un trepidante thriller bélico, a la vez riguroso y objetivo

10 ene 2013 . Actualizado a las 13:48 h.

Kathryn Bigelow acrecienta prestigio después de La noche más oscura, una de las grandes favoritas para los Oscars. Que en el 2009 se llevara el Oscar como autora de la muy notable En tierra hostil (también mejor película), podría quedarse en anécdota, como otros muchos directores y filmes que, pasada la resaca de las estatuillas, nadie recuerda (o casi). Bigelow confirma lucir pulsaciones narrativas de primer orden, que es capaz de afrontar un asunto que pocos mortales ignoran (la ejecución de Osama Bin Laden la madrugada del 1 de mayo del 2011) sin renunciar a servir un trepidante thriller bélico, a la vez riguroso y objetivo, aun trabajando mimbres tan delicados como las torturas de la CIA e incluso mostrando a los comandos especiales SEAL como tipos despiadados por la causa única de su país. Justamente, el guión de Mark Boal y la propia Bigelow, ponen distancia sobre lo narrado, dejan al espectador (naturalmente, inteligente) que saque sus propias consecuencias. Y es muy de agradecer.

Conviene recordar también que la película que podría optar a varios Oscars es rigurosa en cuanto al desarrollo del asalto a la vivienda del terrorista más buscado del mundo y líder de Al Qaida, en Abottabad, próximo a Islamabad, norte de Pakistán. Los precedentes se confeccionaron sobre testimonios e informaciones recogidas aquí y allá, muchas de ellas incómodas para la CIA y la propia presidencia norteamericana. Y aunque, Bigelow quiere darle a La noche más oscura un aire próximo al documental en cuanto fotografía, movimientos de cámara, e incluso rodando la impactante secuencia final con textura visual nocturna, la película, posible candidata a los Oscars, es también la crónica de una obsesión, la de la agente protagonista (al parecer con base real). El arranque con la pantalla en negro, con dramáticos testimonios en off, de pasajeros a bordo de los aviones suicidas del 11- S, y la inclusión de imágenes de algunos atentados de Al Qaida en la pasada década, contribuyen a acentuar un drama que, al tiempo, deriva en ejercicio de estilo (perfecta música impresionista de Alexandre Desplat). Bigelow da una vuelta de tuerca al subgénero «de Oriente Medio» y pone el listón muy alto. Sabíamos lo que nos contaría, pero no esperábamos tan lúcida contundencia.