Whatsapp: todos los bulos y mitos del servicio de mensajería

La Voz P. V. / LA VOZ

INFORMACIÓN

Esta semana, la Red ardió con el enésimo rumor sobre el cobro de la popular aplicación

01 dic 2012 . Actualizado a las 20:43 h.

Tras un apacible paréntesis en el que ya nos habíamos olvidado de esa constante noticia de que Hotmail iba a cobrar por su servicio y que la solución estaba en enviar cadenas de mensajes indiscriminadamente a tus contactos, Whatsapp ha destronado al servicio de correo de Microsoft como la herramienta tecnológica con más bulos y mitos del momento.

Hoaxes (término anglosajón que se usa para este tipo de noticias falsas acuñada en blogs tecnológicos) que utilizan en su mayoría el temor económico, importante teniendo en cuenta los tiempos que corren, y que han llevado a las personas a pensar que, con el simple hecho de reenviar un mensaje a sus amigos, la empresa decidirá hacer la vista gorda en el cobro por su servicio.

A principios de enero, un mensaje desataba el temor de los habituales del Whatsapp. Comenzando con un icono en rojo, se indicaba que, al reenviar el texto a 10 contactos, la luz se volvería verde y la persona quedaría exenta del inminente pago por el servicio de mensajería.

Meses más tarde, el Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación alertaba de un quilométrico correo electrónico en cadena que avisaba a los usuarios que, debido a la sobrecarga del servicio, la empresa inactivaría las cuentas de aquellos que no fuesen «usuarios habituales», algo que habría que demostrar enviando a todos los contactos ese mensaje de aviso y que, en caso contrario, se le exigiría el pago por el Whatsapp. Esta vez, la cosa también iría de colores, porque el logo de Whatsapp para los afortunados exentos de pago se volvería a partir de ese momento azul. Un hoax que, redactado con multitud de faltas de ortografía, carecía de coherencia en los datos aportados.

Poco después, la aplicación descubrió que sus problemas no estaban solo en los bulos, sino también en su sistema de funcionamiento, que daba lugar a polémicas confusiones, debido a su controvertido doble check, que fomentó el mito de que la aparición de dos uves significaban que el mensaje había sido leído por el interlocutor. Las controversias sociales que la información sobre el envío generó llegaron a tal punto que la propia empresa se vio obligada, en mayo a través de su cuenta de Twitter, a aclarar que la segunda marca de los mensajes solo significaba que el dispositivo de la otra persona había recibido el texto correctamente. Un mito que incluso tuvo su presencia en festivales de cortometrajes con la pieza Doble Check, con la que muchos usuarios se sentían identificados.

Los últimos bulos sobre el sistema sucedieron esta misma semana aprovechando un error en los estados de los contactos provocado por un problema en un servidor. Un bulo más dramático que los anteriores para la empresa, ya que llegó a provocar que los usuarios huyesen y experimentasen con otras aplicaciones alternativas, como la japonesa Line o Joyn (la apuesta de las operadoras españolas por la mensajería gratuita, estrenada hace unos días).

El primero de los mensajes alertaba, utilizando el ya viejo truco de la luz que, esta vez, «se volverá azul», de que la mensajería por Whatsapp empezaría a tener un coste de 0,01 ? por mensaje mandado, a no ser que se reenviase («cuidado reembia es en serio» -sic-, afirmaba) a 10 contactos, con lo cual el usuario estaría exento del pago.

El otro, que comenzaba con un «gente ahora si que si», ponía como plazo el viernes 30 de noviembre para enviar a 20 personas el aviso de que el fallo en los estados de los contactos respondía a una actualización de la aplicación, tras la que se comenzaría a cobrar a sus usuarios inmediatamente.

Desde la empresa lamentaron los nocivos bulos y recordaron que no cobrará nunca por el envío de cada mensaje. El programa, eso sí, tiene un coste de 0,89 ? para usuarios de iOS y, según la información de la aplicación en Android, los usuarios del sistema operativo de Google deberían tener que pagar 0,99 ? después de un año de uso. Algo que, sin embargo, nunca se ha llegado a producir.