«Mi carné 207 del Celta no se lo dejo ni a mi nieto»

Míriam Vázquez Fraga VIGO / LA VOZ

ZONA CELESTE

Humberto Albino García lleva abonado al club celeste desde 1965 y su recuerdo más destacado fue el debut de Amoedo

27 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Muchos celtistas se preguntan en cada partido por qué tantos asientos vacíos en Balaídos, por qué tantos socios que no ocupan sus butacas. Uno de ellos es Humberto Albino García, 83 años. «Me cuesta tanto subir las escaleras que ya hace mucho tiempo que no voy», señala. Pero sigue abonando su carné, el número 207. Y más antiguo que podía ser. «El carné es del 65, pero yo en realidad me hice en el 61. Lo que pasa es que luego me fui a navegar y al que le dejé el encargo de renovármelo no lo hizo», recuerda divertido.

Su primer recuerdo celeste grabado a fuego está marcado por un nombre propio. «Fue el debut de Amoedo, en un partido contra el Zaragoza, con el campo embarrado porque llovía mucho y con muchos goles», señala sin dudar sobre el 6-1 en Balaídos el 23 de noviembre de 1952. «De chaval jugaba al fútbol y los amigos me animaron a ir al Celta. En esa época iba sin ser socio. No había ningún celtista más en mi familia», añade.

Y con él, el celtismo atrapó también a su mujer. No le quedaba otra. «En el año 70 y tantos la obligué a hacerse socia. Al principio no le gustaba demasiado, pero luego ya gritaba como una más e incluso protestaba contra los árbitros». Con ella al lado vivió algunos de sus grandes momentos como celtista. «Aún me acuerdo de un ascenso que tuvieron que poner a la gente en la pista que entonces había para los corredores. Y los de detrás todos de pie porque no les dejaban ver», expresa.

Asegura que la memoria le falla, «¡pero vivimos partidos tan bonitos!». Entre los imborrables está la eliminatoria contra el Aberdeen en los 70. «Aquello fue tremendo, tremendo. Vigo estaba fuera de órbita. Recuerdo un lío enorme en Balaídos de gente con banderas, un ambiente espectacular en un partido histórico». Años más tarde, los Karpin y Mostovoi devolvieron la ilusión europea al celtismo. Y Humberto seguía allí. «Me fascinaban. Hacían maravillas. Y no acabó ahí la cosa. Muchos no se acuerdan de que Silva también jugó en nuestro equipo. Como el delantero centro ese que tiene tan mala leche y que ahora juega con España», en referencia a Diego Costa.

Por supuesto, también ha habido momentos malos. Esos constituyen, a juicio de Humberto, la verdadera prueba del algodón del celtismo. «Los mayores disgustos se sufren al bajar de Primera a Segunda. Pero por muchos años que pasáramos en Segunda, nunca me di de baja», subraya.

Con la autoridad que le da su antigüedad como abonado, asegura que quien es del Celta de verdad, es solo del Celta. Por supuesto, es su caso. «Tengo un nieto culé, pero cuando viene el Barcelona aunque me lo pida no le dejo el carné. Yo soy del Celta y el que quiera que pague. Tampoco me gustan esos que se hacen socios un año porque el equipo va bien y luego lo dejan. Cuando va mal es cuando de verdad hay que apoyar». Él lo ha hecho siempre, pero recuerda en especial una ocasión de la que conserva documento gráfico: «En el 66 al club le iba malísimo, necesitaba dinero y yo di cien pesetas que se podían recuperar con cupones en diez años. Ya nunca quise recuperarlo y aún guardo aquel recibido. Me dijeron que lo diera al museo pero mientras viva lo quiero tener conmigo con mis acciones».