El futbolista catalán hace balance de su paso por Vigo y asegura que si de algo se arrepintió en relación con el club fue de no fichar antes
17 jun 2016 . Actualizado a las 10:37 h.Asegura Quique Lucas (Hospitalet, 1978) que allá donde vaya, siempre se alegrará de los éxitos del Celta. En el equipo vigués, al que llegó con 32 años, vivió sus últimas grandes alegrías como futbolista en activo y el cariño que le guarda al club emana de sus palabras. Explica que le vendieron un proyecto que se cumplió «al pie de la letra» y que con el ascenso del 2012 cerró el círculo. Aunque después del primer año en Primera, le hubiera gustado seguir uno más.
-En su día comentó que había sido fácil decir «sí» al Celta. ¿Cómo lo recuerda?
-Fue en el verano del 2010. Acababa la temporada con el Cartagena, con el que había hecho un buen año con Juan Ignacio. Fue el último año sin play-off, así que quedamos cuartos o quintos y no pudimos ascender. Ese verano negocié con ellos para continuar, estaba contento allí. Pero vino el Celta y yo ya conocía de antes tanto al presidente, Carlos Mouriño, como al director general, Chaves. Las dos partes teníamos ganas de unirnos en un proyecto y fue rápido.
-No era la primera vez que el clubse interesaba por usted.
-Así es. Años antes hubo un interés siendo Félix Carnero el directo deportivo, pero no se pudo hacer. Afortunadamente para mí, se pudo más tarde.
«Me di cuenta pronto del gran talante de Mouriño y Chaves. El acuerdo fue rápido»
-La anécdota de aquel fichaje es que usted era previamente acreedor del Celta.
Sí, precisamente estando en el Murcia el Celta vino a jugar -que luego no se pudo disputar el encuentro por una intoxicación alimentaria- y fue la primera vez que me reuní con el presidente y con Antonio (Chaves) para aclarar ese tema. Ahí ya me di cuenta del talante de los dos, fantástico para alcanzar acuerdos y para intentar mejorar el club. Eso me sirvió para tomar la decisión todavía más rápido cuando llegó el momento.
-Una vez que llega, la adaptación fue sencilla, ¿no?
-Cuando me llaman y me explican la idea del club, que llevaba tres años en Segunda pasándolo mal e incluso salvándose en las últimas jornadas, el proyecto que me venden es hacer un equipo con gente de la casa. Y luego tres, cuatro o cinco jugadores de fuera con experiencia, como era mi caso, para crear un grupo que con el paso de los años pudiera ascender y mantenerse, consolidarse.
-Sin embargo el primer año se encuentran con el jarro de agua fría de quedar eliminados del play-off en los penaltis. ¿Cómo le marcó aquello?
-El primer año fue mixto en cuanto a sentimientos. Fue bueno en general, pero lo malo vino en el último tercio de la temporada y particularmente en ese play-off. Al final te quedas con lo último, que es la gran decepción, la tanda de penaltis con Michu, que era el mayor especialista del equipo, fallando. Fue un final muy triste, pero nos supimos reponer. Al mes y medio nos volvimos a reunir en pretemporada y tuvimos claro que lo que habíamos aprendido con los errores de ese primer año mío y que no los íbamos a cometer en el segundo.
«Logramos transformar el fracaso del play-off en algo que nos unía»
-Se acaban de cumplir cinco años de aquellas imágenes en Peinador, con la plantilla hundida y el celtismo apoyándoles. ¿Cómo fue ese momento?
-Cuando después de eso subimos al autobús y llegamos a A Madroa a coger nuestros coches fue una sensación de vacío muy grande, todo silencio. Pero a la vez nos mirábamos y decidimos compartir ese dolor entre todos. Creo que ese detalle de la afición fue el que hizo que creyéramos en el proyecto, en que podía ser. Desde un fracaso conseguimos transformarlo en algo que nos unía. Y para la gente que continuamos me acuerdo que la referencia durante muchos partidos de la temporada siguiente era ese momento. Creo que al final nos vino bastante bien.
-Si le dan a elegir entre el ascenso y la permanencia del 2013, ¿con qué se queda?
-Mirando hacia atrás, la permanencia para mí fue el final de un ciclo, el cierre del círculo que se abrió cuando me ficharon. Todo lo que se habló antes del ficahje se cumplió al pie de la letra. Quizá pudimos anticiparlo un año, pero lo que me ofrecieron y compré fue exactamente eso, devolver al Celta a Primera y consolidarlo el primer año. No pude disfrutar del segundo año en Primera, pero personalmente fue una satisfacción brutal.
-Mencionaba que se perdió el segundo año del regreso a la élite. ¿Le quedó por ello cierto sabor amargo?
-No, en el sentido de que el agradecimiento fue muy grande a todo el mundo: club, afición y ciudad. Entonces la sensación es gratificante y satisfactoria a nivel personal. A nivel deportivo sí es cierto que pienso que podía haber aportado más el segundo año. Pero nada más. Hay que saber separar el proyecto deportivo, en el que no tienes por qué contar para las personas que están y que con eso no hay ningún problema, de lo personal, que ahí sí que es un borrón.
«Una vez que estuve en el Celta me arrepentí de no venir antes»
-Por sus palabras se entiende que nunca se arrepintió de apostar por el Celta.
-Una vez que estuve, de lo que me arrepentí fue de no haber venido antes. Hablando desde mi experiencia, piensas en qué hubiera pasado si hubiera venido siendo más joven, sin tanto bagaje pero con otras virtudes. Te queda ese interrogante, pero es un interrogante bonito. Lo mismo que pienso a veces lo que hubiera ocurrido si hubiera llegado al Chelsea con más experiencia. Es bonito pensarlo.
-¿Qué papel juega el club en su carrera?
-Es como si dijéramos cuando haces un pastel, la base es grande y la vas haciendo pequeña. En mi caso el Celta ocupa la última parte del pastel y es muy grande. Ocupa un espacio a nivel de recuerdos enorme dentro de lo que es mi trayectoria. Fue mi último equipo en Primera, el que me dio la última gran satisfacción a nivel deportivo de mi carrera.
-¿Se sintió siempre querido por la afición?
-Sí. Pero recuerdo un punto de inflexión, un entrenamiento con Abel en un momento en el que estábamos muy mal. Quedaban muy pocas jornadas, era a puerta abierta y lo típico, jóvenes que quieren descargar su frustración con el equipo, algo que siempre es un error. Fue un momento de crítica difícil por parte de una afición que siempre nos trataba muy bien. Y luego nos salvamos. Lo recuerdo porque me sirvió para darme cuenta de que no éramos los únicos frustrados. Algo muy bueno que ha sabido hacer el Celta, y que le ha costado tiempo, es saber rejuvenecer a la afición. Los chicos jóvenes de ahora no acaban de reconocer esa sensación del Celta de Euroap, eso ha quitado presión y ha creado ilusión. Ahora conocen al Celta del fútbol de salón, de A Madroa, de la Europa League y quién sabe.
«En fútbol si te quedas con uno menos en el Camp Nou piensas que vas a tener tus opciones, con el 4 % fue lo mismo»
-Recordaba de nuevo aquella salvación del 4 %. ¿Qué sensaciones tenía usted en los días previos?
-En el fútbol hablar de porcentajes solo lo hacen las casas de apuestas. Un equipo siempre cree que puede ganar, incluso si vas al Camp Nou o al Bernabéu y te quedas con uno menos, tú crees que vas a tener tus opciones. Al final, matemáticamente tiran de números y datos que están ahí, pero que los partidos permiten cambiar en un minuto. Sabíamos que el partido previo frente al Valladolid era clave, porque si empatábamos o perdíamos descendíamos y si ganábamos, dependiendo de otros resultados, también. Era complicado, pero salvamos esa bola de partido y nos permitió llegar a la última jornada dependiendo solo del partido del Deportivo. La Real se jugaba la Champions y confiábamos en ellos y en nosotros, en ganar al Espanyol en casa.
-De todos sus goles, ¿cuáles recuerda especialmente?
-Quizá alguna de las faltas, como la que le metí al Murcia en un partido que luego se había aplazado. Y otros importantes como el del Elche, también de falta, que nos permitía llegar con opciones al final.
-En un vestuario repleto de canteranos, ¿cómo vivía usted la rivalidad con el Deportivo y los derbis?
-Solo jugué contra ellos a nivel profesional y no es lo mismo que cuando juegas desde alevines, que te va calando y marcando. Es un equipo rival porque las sensaciones así lo transmiten y porque muchos compañeros son gallegos, entonces se notaba. Pero el día del partido en mi caso estaba enfocado a los 90 minutos, a poder ganar si se podía como cualquier partido. Durante la semana allá donde fueras te recordaban que no se podía perder, pero eso ya lo sabíamos también nosotros.
«Lo de Aspas era cuestión de tiempo»
-Entre esos gallegos estaba Aspas. ¿Le auguraba este futuro al chaval que conoció en su primer año en el equipo?
-Era cuestión de tiempo y de su trabajo. Tú cuando veías a Iago entrenar decías: «Tardará más o menos, pero este es el camino». Luego ese camino en el fútbol nunca es recto. Es difícil mantener esa línea. Afortunadamente, ese trabajo se tradujo en minutos y esos minutos los supo aprovechar. Ahora es un jugador con mucho potencial, tranquilamente seleccionable para la selección. Todo lo que le está pasando es fruto de su trabajo y su talento.
-¿Y la evolución del Celta en su conjunto en los últimos años le ha sorprendido?
-No. Ahora está en una fase en la que es complicado, porque vienes de pasarlo muy mal, tienes el recuerdo muy fresco de lo que es no tener un presupuesto que te permita competir con el resto d clubes. Te arriesgas a desembarcar un proyecto que te puede no salir del todo bien y volver a esa situación que estaba superada. Pero si no lo intentas llegará un momento en el que los demás apuesten más. Por eso es un momento para medir muy bien los pasos y las decisiones. Mi fase queda muy atrás y ahora el equipo está consolidado en Primera. El siguiente paso tiene que ser consolidar Europa todos los años.
-¿Qué jugadores cree que han sido las piezas claves?
-Es muy sencillo: un equipo que juega con la posesión del balón, tanto para atacar como para defender, si no tienes una defensa buena que te permita jugar en medio del campo del equipo rival es imposible hacerlo. Tener al portero adelantado, presionando al equipo rival en su campo, son detalles que a lo mejor la gente no se da tanta cuenta, no los aprecia, pero son básicos en la forma de jugar que tiene el Celta. Luego, lógicamente, hay que tener mucho talento en tres cuartos y mucha calidad, es un equipo que si destaca por algo es por la compensación que tiene, que la gente de atrás es muy buena, con una experiencia muy grande pese a la juventud, gente arriba talentosa y que busca soluciones constantemente. Así se puede definir al Celta.
«De los éxitos del Celta me alegraré allá donde vaya»
-¿Qué responsabilidad diría que tiene Berizzo?
-Esto es como al que le das un coche y le dices que tiene que ganar la carrera. Él ha ido acondicionando su coche, los amortiguadores, las ruedas, y al final quien lleva el volante es él. Le toca la gestión del coche, que al final se mueve solo con el equipo, que son los jugadores. Pero él maneja todo eso y le corresponde un mérito importante.
-¿Sigue de cerca al equipo actualmente?
-Claro que sí, de hecho tengo algún jugador que represento dentro de la plantilla y en cuanto a sentimiento, muchísimo, desde luego. De los éxitos del Celta siempre me alegraré allá dónde esté.