Munuera decantó la balanza

X. R. C., M. V. F. VIGO

GRADA DE RÍO

GERARD FRANCO - LOF

El colegiado alicantino obvió dos penaltis, dio validez al 2-1 con posición dudosa a Aleix Vidal y remató la faena dejando al Celta sin portero

04 ene 2023 . Actualizado a las 21:29 h.

Hubo un tiempo, cada vez más lejano, en el que el arbitraje de Martínez Munuera era sinónimo de victoria del Celta. Ese idilio estadístico pasó a la historia hace tiempo, pero el colegiado valenciano nunca había sido tan determinante en un partido como en la noche de ayer en Cornellá. Tan parcial fue su actuación, que Carlos Carvalhal se mordió la lengua para no explotar, pero aun así, tuvo que pedir respeto para el Celta. «Nunca hablo de los arbitrajes y voy a ser fiel a mí mismo. Lo que sí pido es respeto por el Celta, es lo mínimo», comentó el entrenador, que pidió abandonar la conferencia de prensa tras una breve declaración.

El show de Martínez Munuera comenzó a los 82 minutos de partido cuando Iago Aspas sirvió un balón de gol a Strand Larsen, que fue derribado por el portero local cuando remató. Joan García en ningún momento toca el balón, pero sí el pie del delantero noruego. Alcanzada la prórroga, el trencilla tomó parte decisiva en tres lances. El primero, la jugada del 2-1, en donde todo parece indicar que Aleix Vidal parte en posición de fuera de juego, cuestión que protestó de un modo airado Agustín Marchesín y que le valió la primera amarillas por «protestar a mi asistente número 1 una de sus decisiones», según hizo constar el árbitro en el acta arbitral.

Con el 2-1, en el último lance de la primera parte de la prórroga, Cabrera pisa dentro del área a Carles Pérez, y el colegiado, que estaba muy cerca, tampoco se inmutó, sino que pitó el final de la primera mitad. Para redondear la faena, enseñó la segunda amarilla a Marchesín cuando salió a despejar una mala cesión y golpeó un balón por el que pugnaba Joselu, que enseguida se fue al suelo. Para Martínez Munuera, el argentino «derribó a un contrario en la disputa del balón de forma temeraria». Para entonces, el Celta ya había realizado todos los cambios y, por lo tanto, se quedó sin la posibilidad de dar entrada a Iván Villar.

Todo, salpicado de un buen número de tarjetas: ocho frente a cinco y con jugadores como Carles Pérez protestando la reiteración de faltas de sus oponentes sin que estos tuvieran penalización. «No pudo ser por unas circunstancias o por otras», comentó Unai Núñez tras la contienda.

Lo sucedido en Cornellá es la continuación de lo vivido el viernes con el Sevilla, en donde los célticos también salieron muy enfadados con el arbitraje de De Burgos Bengoetxea. «Si se juntan las imágenes de hoy (por ayer) con las del Sevilla, esto no es nada», apuntó Carvalhal. Con el cabreo, el cansancio y la desconfianza arbitral tendrán que afrontar los célticos dentro de tres días una final en Elche ante un colista que ayer cayó en Copa ante un Primera Federación.