Dice el manual que el fútbol no tiene memoria, pero a pie de página habría que añadir que los gestores de los clubes, menos
03 nov 2022 . Actualizado a las 20:07 h.Los resultados no defienden a Eduardo Coudet, pero había otras formas. Dice el manual que el fútbol no tiene memoria, pero a pie de página habría que añadir que los gestores de los clubes, menos. No es de recibo que el entrenador que salvó al Celta en las dos últimas temporadas nada sepa de su destitución mientras en Portugal ya se publicaba el nombre de su sustituto.
En el puntapié a Coudet, todo suena raro. Que sea cuatro días después de la dolorosa derrota de Almería, que entre bambalinas se apostase (en teoría) por mantenerle en el cargo dos partidos más antes del parón del Mundial, cuando cualquier movimiento sería menos lesivo, y por supuesto, que no sea poniendo en antecedentes de su despido a la persona más afectada directamente.
Porque nadie puede olvidar que el Chacho fue el entrenador que más ilusionó al celtismo desde los días del Toto, que rescató al Celta desde las rocas en noviembre del 2020 y que el año pasado firmó la permanencia más holgada de los últimos tiempos, con meses en una tierra de nadie que ahora parece el paraíso.
En el fondo, todo apunta a un triunfo de los nuevos tiempos del Celta con la firma de Luís Campos. El distanciamiento entre ambos nació el pasado verano y Coudet pasó de ser el entrenador con más mando en plaza en mucho tiempo a ser un incordio para el proyecto del arquitecto. Sus grandes apuestas no tuvieron protagonismo y los 4 puntos de 24 fueron un argumento poderoso para dar un nuevo volantazo en la trayectoria de un equipo muy dado a los movimientos en los banquillos.
A la cúpula celeste tampoco le gustó que el argentino no escondiese que la plantilla había perdido calidad con respecto al curso pasado, algo tan claro en el campo como obvio en el papel. La venta de Brais Méndez y el veto presidencial a Denis Suárez dejaron al equipo sin la magia de su sala de máquinas. Por el momento, ninguno de los nuevos hizo olvidar a los jugadores del pasado.
Eduardo Coudet ha sido el blanco fácil de la crisis. Todas las balas apuntaron en la misma dirección, sin que salpicasen ni al asesor deportivo externo ni a la zona noble de A Sede. Ahora, se quedan sin parapeto en el que refugiarse a las puertas del año del centenario.
Para Campos, es el movimiento definitivo. Aumenta en su cuota de poder una ficha fundamental, pero si algo sale mal, ya no habrá la excusa de las decisiones de un entrenador ajeno a su planificación. Carvalhal será un hombre más de los nuevos tiempos celestes.