Una parcela para dos leones: Joseph Aidoo y Unai Núñez

GRADA DE RÍO

RCCelta

La pareja de centrales consolida su alianza en la retaguardia del Celta

30 ago 2022 . Actualizado a las 21:36 h.

La primera semana de agosto, tras acordar su contrato, Unai Núñez posó en la azotea de la sede con la camiseta del Celta. Había tomado la decisión de dejar Bilbao tras una temporada que fue esquilmando su confianza. En febrero, en un partido contra el Mallorca, Núñez reapareció en el eje de la zaga del Athletic con Vivian como pareja. Llegó tarde al cruce y derribó en el área a Maffeo en el minuto 22. Había cometido ya tres errores en el despeje y rifado cuatro bolas. Muriqi le adelantó en un repliegue aéreo antes de habilitar a Ángel Rodríguez para que, a la media hora, subiera el segundo. Marcelino retiró a Unai en el descanso. Ya solo jugó un partido más con el Athletic.

Tras la venta de Néstor Araujo al Club América, Coudet lo esperaba para recomponer la defensa. La primera pizarra se la había resumido por teléfono: «Me llamó para explicarme temas de táctica. Me pide que saque el balón jugado, que tengamos paciencia y en los movimientos defensivos nos coordinemos mucho con el pivote».

«Nos vamos a divertir»

«Somos pocos, pero nos vamos a divertir», le saludó el Chacho el día que Unai se incorporó a los entrenamientos con el Celta. La encomienda para el técnico era clara. Elevar la autoestima del gran jugador que había mostrado ser en sus inicios con el Athletic y ensamblar cuanto antes los mecanismos defensivos al lado de esa garantía llamada Joseph Aidoo. «Mi objetivo es volver a encontrarme con el nivel que me hizo debutar con la selección», dijo Unai antes de debutar amistosamente frente al Braga al lado del ghanés. «Creo que nos vamos a compenetrar muy bien».

Aidoo impuso su poderío aéreo ante el Espanyol —con seis duelos ganados por alto— y Núñez le custodió haciendo valer su inestimable capacidad para el bloqueo. Unai asumió riesgos en las transiciones y de una germinó el gol de Edu Expósito. Más que error de Núñez, Carles no supo activarse para recibir. Aidoo orientó luego mal su despeje. Un lunar para lo que ni mucho menos había sido una mala tarde defensivamente hablando. El ingenuo penalti de Mingueza la terminó por afear.

A la reválida ante el Madrid le sobró una parte. Unai mejoró su precisión en el pase respecto a la jornada inaugural —del 87 al 91%— y el Celta plantó cara lo que le consintió la gasolina. Entre tanto desbarajuste cuando la energía se liquidó, sería inmerecido asociar el castigo del marcador a la pareja de centrales.

En Montilivi, la unión de Aidoo y Unai Núñez se consagró. Dejó en seco a Castellanos y a Stuani, un partisano del área con la veteranía de quien sabe sacarle partido a cada metro. No los hubo. Christian ganó solo una de las tres disputas por alto a las que se enfrentó y ejecutó un remate entre palos. Escaso botín. Apenas el 24% del bagaje ofensivo del Girona se completó por el centro. Yan Couto, en la derecha, fue su ficha más activa. El pie de Marchesín despejó de botas del talentoso Óscar Ureña el único desajuste.

La síntesis del partido, por el hábito que lleva a destacar en las victorias lo que acontece en los metros finales, elevó a Óscar Rodríguez y a Carles Pérez como socios de esa leyenda insaciable llamada Iago Aspas. Pero, en la ecuación de un partido de trincheras, el éxito no se contempla sin una retaguardia solvente. Unai ha conseguido que ya nadie eche de menos a Néstor Araujo y Aidoo mantiene un nivel por el que se hace extraño que ningún club de alto standing se haya interesado.

A Joseph, sus amigos en Ghana le llaman King Boobo. Un apelativo afectuoso que dedican a personas a las que atribuyen la valentía de un león. Tras su última renovación con el Athletic, a finales del 2020, Unai Núñez se hizo un gran tatuaje en su espalda. Ya se imaginan qué fiera se estampó. El viernes, ante un Cádiz que visitará Vigo como colista y sin haber marcado un gol, la pareja de felinos tendrá otra parcela que custodiar.