Más cerca del objetivo

JULIO ÁLVAREZ-BUYLLA VIGO

GRADA DE RÍO

Oscar Vázquez

El Celta se ha convertido en un equipo regular para lo bueno y para lo no tan bueno

23 mar 2022 . Actualizado a las 08:25 h.

El Celta se ha convertido en un equipo regular para lo bueno y para lo no tan bueno. Desde finales del 2021, los celestes han ido dejando atrás un incierto comienzo de temporada y han ido consolidando un reconocible modelo de juego.

Los de Eduardo Coudet, ante todo, se muestran como un equipo que compite sea cual fuere el escenario o el rival. La mejora de las prestaciones defensivas ha provocado que los vigueses lleguen con opción de victoria a casi todos sus enfrentamientos. Contra el Betis no fue la excepción y apenas una ocasión de Juanmi en los albores del primer tiempo y otra del mismo jugador 25 minutos después fue el escaso bagaje ofensivo de un conjunto sevillista que en este final de Liga está llamado a pelear por la clasificación para la Champions League y que, además, es finalista de Copa.

Los vigueses han mejorado y han conseguido desatascar dos tercios de su ataque posicional, que hasta hace bien poco era su caballo de batalla. En el inicio del juego, Fran Beltrán se ha convertido en dueño y señor de la salida del balón. Y aunque contra el Betis Néstor Araujo también lo intentó progresando en conducción, el de Seseña se ha convertido en el iniciador nominal del juego celeste recibiendo, conduciendo y enlazando con sus compañeros de ataque. En la fase de elaboración, los vigueses se volcaron por el lado derecho de su ataque, algo de por sí ya habitual, pero que en este caso ocurrió incluso con mayor frecuencia, situación que atiende a la lógica teniendo en cuenta la pérdida de prestaciones ofensivas en el carril izquierdo causada por la baja de Javi Galán. Una baja que es de justicia reconocer cubrió José Fontán con solvencia.

Con los centrocampistas de ambos equipos más centrados en atacar que en defender, el balón llegaba con mayor fluidez hasta tres cuartos de campo. Y el Celta lo hizo gracias a la aportación de Brais Méndez durante el primer período, gracias a la aportación de Iago Aspas en la continuación y gracias a las continuas llegadas de Hugo Mallo en la posición de extremo. El de Marín realizó probablemente uno de los partidos más completos de esta temporada tanto en ataque como defensa.

Pero todos los esfuerzos se desvanecieron en la fase de finalización, al pisar área. La famosa falta de pegada se traduce al fin y a la postre en la capacidad de desborde para superar rivales, en el sentido de anticipación del delantero para llegar al remate y en el acierto ante la portería para sortear la acción del guardameta. Esa «pegada», sin duda, desequilibra los partidos, sobre todo cuando la igualdad entre los contendientes es tan marcada. El Celta fue capaz de generar lo suficiente como para haber encontrado el premio del gol, pero unas veces la actuación de un Bartra, que apenas dejó resquicios a Iago Aspas, y otras veces la falta de acierto evitaron que Mallo, Brais o Thiago Galhardo hubieran conseguido marcar, algo que en los minutos finales estuvo cercar de suceder.

Un paso más de cara a la consecución del objetivo y de cara a fortalecer los cimientos del próximo proyecto celeste.