El dulce resurgir de Darío Germil

M. V. F. VIGO

GRADA DE RÍO

RC CELTA

El delantero se lesionó en su primera temporada en el Celta y última como juvenil, sin poder llegar a debutar; este año es uno de los máximos goleadores del C Gran Peña

19 mar 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Darío Martínez Germil (Santiago, 2002) admite que su comienzo en el Celta fue «peor imposible». Procedente del Xuventude Oroso, donde estuvo diez años, en el 2020 dio el salto al club vigués, con el que ya había entrenado el curso anterior. Pero aún en pretemporada sufrió una grave lesión -rotura de cruzado- que le tuvo ocho meses parado. El club le mostró su confianza renovándole pese a ese contratiempo y esta temporada se está encargando de devolverla: es el máximo goleador del Celta C Gran Peña con los mismos 15 goles que su compañero Fran López, con el que empató la pasada jornada.

Con la lesión a Darío se le «fastidió toda la temporada» 2020/2021. Pero él, dentro de lo malo, optó por tener una actitud positiva. «Más allá de la primera sensación de frustración, lo llevé bien. Asimilé lo que había pasado y entendí que tenía que seguir trabajando como el resto de mis compañeros semana a semana, pero en lo mío, que era recuperarme», detalla. Incluso le animaba pensar que, frente a la mala suerte de lesionarse nada más llegar, estaba la fortuna de que le había pasado en el sitio donde mejor le iban a tratar, donde tenía todo el apoyo y medios a su alcance. Agradece que tanto el doctor Cota, que le operó, como fisios, preparadores físicos y readaptador le inspiraron «mucha confianza desde el principio».

Más que miedo a no volver a ser el de antes, el céltico reconoce que apareció la «incertidumbre». «Al no haber tenido nunca una lesión así, no sabía qué esperar respecto a cómo iba a a sentir la rodilla al jugar de nuevo. Lo que sabía es que tenía muchas ganas de volver», recuerda. Siempre tuvo claro que «no había ninguna prisa» y de que regresaría cuando estuviera bien, como así fue. A finales de la temporada pasada empezó a entrenar con el grupo y para la pretemporada de este curso -que realizó a las órdenes de Onésimo en el Celta B-, ya estaba al 100 %.

Entre medias, una renovación de contrato, ya que solo se había comprometido inicialmente por el año que pasó en blanco. «Cuando tienes un acuerdo por un año y te lesionas toda esa temporada, vives un momento de agobio, pero tampoco me volví loco», cuenta. La gente que trabajo con él en el club hizo informes positivos sobre su trabajo y su actitud y la entidad le mostró su confianza con un contrato que va más allá de esa temporada y que está pensado teniendo en cuenta que también está estudiando en Vigo Ingeniería en Organización Industrial.

El Celta C Gran Peña

Cuando le ofrecieron la renovación, a Germil le explicaron que el club trabajaba para tener un segundo filial que podía ser su destino en su primer año sénior. «Desde el principio m dicen que es una posibilidad que están tratando de llevar adelante y que sería ideal para mí», comenta. A pesar del «bajón» de que el Gran Peña no lograra el ascenso a Tercera, Darío lo vio con buenos ojos desde el primer momento. «Me brindaba la oportunidad de seguir en el club y demostrar cosas, una ocasión que sin este Celta C, siendo realista, seguramente no habría podido tener», ahonda.

Él ya había jugado en Preferente con el Xuventude Oroso y enseguida vio esta propuesta como «el reto que está siendo». Más allá de su caso personal, le parece «una decisión muy, muy acertada» por parte del Celta. «El salto de juveniles al filial, con el nivel al que está y lleva los últimos años el Celta B, es muy grande. Este segundo filial es una oportunidad para que el club siga manteniendo en su órbita a jugadores con potencial», comenta. Porque está convencido de que, aunque el fútbol base acabe en juveniles, «con 19, 20, 21, 22 años se sigue siendo joven y aún hay tiempo para explotar». Considera que si el salto es tan grande «a veces, te puedes ver desesperado», con lo que este escalón intermedio facilita el proceso.

Con quince goles cada uno, Darío dice que existe una «competencia sana» con su compañero Fran López. «Hablamos el otro día de que está muy bien. Ahora estamos empatados y una semana marca uno dos y el otro, uno, la siguiente, al revés... Pero son 30 goles del Gran Peña y es con lo que nos quedamos». En su caso, aunque no puede decir que esperaba estar en esos números, sí afirma que trabajaba para ello. «Sabía que era una categoría difícil y llevaba un año parado, la categoría también ha cambiado, pero después de un año entrenando aquí, creo que crecí mucho como futbolista y tenía buenas expectativas», señala.

El objetivo del ascenso

Una vez que el Gran Peña se quedó a las puertas del ascenso, el proyecto del Celta C comenzó con el objetivo de conquistarlo. Darío, junto a Gael Alonso y Fran López, hizo la pretemporada con el B, lo que hizo que al inicio de temporada notaran la falta de entrenamientos con sus compañeros del grupo de Bajcetic. «No estábamos del todo compenetrados, se notó que no nos conocíamos entre nosotros, no sabías si la tengo que dar al pie, al espacio... Nos pesó en las primeras jornadas, pero luego fuimos cogiendo ritmo y cada semana que pasó, fue de progreso para el equipo».

Ahora, ve al Celta C como «un grupo unido» que, destaca, ha tenido incorporaciones de nivel en el mercado de invierno. «Estoy muy contento por el desarrollo tanto del equipo como individualmente. Hay gente con mucha calidad y todo el mundo en el equipo suma, que es lo más importante», sostiene. De cara al objetivo del ascenso, cree que están en la buena dirección, pero sin descuidar que «hay equipos en el otro grupo que también llevan muy buena dinámica y va a ser duro», pero garantiza que van a lucharlo.

A caballo entre el C y el B

Darío, como varios compañeros más, entrena normalmente con el B y baja a jugar con el C. Lo afronta, como todo, desde una perspectiva optimista. «Entrenar con el B nos aporta muchísimo: el ritmo y el nivel de exigencia son altos. Tenemos la oportunidad de entrenar a ese nivel y jugar 90 minutos el fin de semana, que es lo que todo el mundo quiere». Por eso considera que es «muy positivo» y en absoluto lo ve como un problema aunque tenga «sus complicaciones a nivel organizativo».

La temporada que viene no tendría inconveniente en seguir en el C, especialmente si ascienden. «Se está viendo que en el B hay mucho nivel y que la Primera RFEF es exigente. Ojalá estar en el B, sería ideal, pero me gusta ser realista y sé que probablemente no habrá sitio». A renglón seguido dice que no se desanima «ni mucho menos». «Trabajo semana a semana para hacerlo bien y tratar de buscar un hueco. Lo seguiré haciendo. La diferencia entre estar en el B o en el C es que en el C tienes no minutos asegurados, pero sí más opciones».

Contacto con el primer equipo y referentes

También ha tenido ocasión de entrenar con el primer equipo, una experiencia «muy bonita». «Veía a esos futbolista por la tele, jamás los tuve cerca y estar en persona y entrenar con ellos es algo que no sabría ni definir y que intento aprovechar al máximo», indica. Intenta fijarse en todos, teniendo presente que son profesionales y que están donde a él le gustaría en el futuro. «En el que más me fijo es en Santi Mina por su perfil de juego. Me gustaría saber jugar como él. Es bueno ganando balones de espaldas, ataca muy bien los espacios...», desgrana. También se fija, cómo no, en Iago Aspas, aunque comenta que «hace cosas que no está al alcance de los demás ni intentarlas». Y presta especial atención a Thiago Galhardo. «Quizás es un perfil más parecido al mío: alto, esbelto... Pero cualquiera que esté en el primer equipo es un buen modelo a seguir».

Su objetivo es llegar ahí algún día, pero sabe que se llega a base de trabajo, yendo paso a paso y sin tener prisa. Sueña con hacerlo en el Celta, un club que se le fue metiendo dentro casi sin darse cuenta. «Llegué al Oroso con diez años desde el Bertamiráns y ellos tienen convenio. Recuerdo una vez que vinieron Quique de Lucas y Dani Abalo a hacer una visita, tengo en casa algún firmado de aquella época. Ahí empecé a desarrollar la afición. Cuando me di cuenta, ya era celtista». Durante varias temporadas, fue a algún entrenamiento a A Madroa «como premio», en la anterior a fichar, iba una vez a la semana. Después, inició su etapa como céltico con la mala fortuna de la lesión. Y ahora se resarce marcando goles en el Celta C Gran Peña mientras sueña con más.