Jonathan Vila: «Soy un privilegiado por haber jugado con el Celta en Primera»

M. V. F. VIGO

GRADA DE RÍO

Oscar Vázquez

El porriñés decidió colgar las botas tras acabar la temporada pasada en el Coruxo

24 nov 2021 . Actualizado a las 21:52 h.

Jonathan Vila (O Porriño, 1986) está empezando una nueva vida al margen del fútbol. El canterano del Celta, que llegó a jugar en Primera e incluso en Europa con el equipo vigués, puso fin a su carrera tras finalizar la temporada pasada con el Coruxo. Entre medias, muchos partidos en Segunda B, un buen puñado en Segunda y experiencias en Israel e India. Si echa la vista atrás, se muestra más que satisfecho con lo vivido.

—¿Cuándo decide dejarlo?

—Hacia el final de la temporada pasada. No fue buena a nivel personal, no pude disputar muchos minutos y el cuerpo ya no responde igual. Se junta todo eso y al final decides dar un paso al lado y dejar paso a gente nueva.

—¿Le faltaba motivación?

—No. Pese a no tener tantos minutos, pesó más el tema físico. Tenía molestias en el trabajo diario que no me permitían disfrutar como antes. Eso hace que empieces a valorar la posibilidad y acabes tomando la decisión. Es duro, porque dejas lo que llevas haciendo desde que eres un niño, el cambio es brusco y mentalmente tienes que estar muy preparado, pero creo que lo estaba cuando di el paso.

—¿Qué balance hace de todos estos años como futbolista?

—Estoy contento de haber podido vivir un sueño. Jamás hubiera imaginado cuando era un chaval llegar a donde llegué. Toda mi carrera fue de disfrute, de estar haciendo lo que me gustaba y lo que deseaba desde pequeño. Sobre todo, me quedo con el cariño de la gente y de los compañeros.

—¿Qué supone haber podido jugar en Primera con el Celta?

—Tenía 14 años cuando llegué, siendo cadete, y para mí ese paso de ser jugador del Celta ya fue grande. ¡Imagínate debutar en Primera! Me siento un privilegiado porque hay mucha gente que no lo consigue incluso siendo mejores futbolistas que yo. Ser profesional con el equipo de tus sueños es increíble. Fue por poco tiempo, porque el año de mi debut descendimos, pero fue algo maravilloso.

—Luego pudo contribuir al ascenso un lustro después.

—Sí. Fueron unos años duros en Segunda a nivel de club, pero también se consiguió una estabilidad y se apostó por la gente de la cantera. Todo eso fue lo que hizo que esa vuelta a Primera la disfrutáramos de una manera espectacular, al lado de mucha gente que conocías de siempre de las categorías inferiores.

XOAN CARLOS GIL

—¿Qué otros momentos especiales destaca aparte de ese?

—Después del ascenso estaría el debut, tanto en UEFA en Lieja como liga de titular en Balaídos frente a la Real Sociedad. Ese partido no lo olvidaré nunca.

—Su escena con Messi en un Celta-Barça es muy recordada.

—Sí, aquello quedó en la retina de mucha gente al ser con el mejor del mundo. Pero no deja de ser una anécdota, porque además perdimos ese partido, así que tampoco valió de mucho.

—¿Cuáles fueron los peores momentos?

—El descenso, porque aunque no formaba parte del primer equipo, estaba habitualmente con ellos. Fue duro llegar al hotel, ver a toda esa gente sufrir... Y luego, las lesiones, que siempre venían en momentos en que me encontraba bien y frenaban mi progresión.

—¿Qué recuerdos guarda de sus técnicos en el Celta?

—Muy buenos de todos, incluso de los que no jugaba, como con Luis Enrique. Aprendí de todos: Maté en categorías inferiores, Ratkovic, Lezcano, Álex, Rafa Sáez, Fernando Vázquez, Paco Herrera... No me quiero olvidar de ninguno porque estoy muy agradecido a todos.

—¿Cómo se sintió el día de su despedida del Celta?

—Fue un momento duro, muy triste. Allí me criaron, me hicieron un hombre, me formaron como persona y me dieron muchos de los valores que tengo hoy en día. Son momentos que llegan en el fútbol y en la vida, porque es muy complicado hacer toda tu carrera en un mismo club como me hubiera gustado. Además, me iba fuera y lejos, a Jerusalén, un sitio nuevo.

—¿Le quedó una espina por no haber jugado más en Primera?

—Sí, esa espina está ahí. Es una pena, pero es complicado. Hay futbolistas muy buenos, mucha competencia y muchos factores de por meio. El futbolista siempre quiere jugar y está claro que me hubiera gustado, pero a veces tiene que dar un paso atrás. Yo estoy eternamente agradecido de haber podido jugar en la máxima categoría y en competiciones europeas, porque mucha gente no tiene esa oportunidad y, como decía, seguramente siendo mejores que yo en muchos casos.

BENITO ORDOÑEZ

—¿Cómo se plantea el futuro a nivel profesional?

—Ahora quiero desconectar del fútbol, aunque de vez en cuando echo alguna pachanga con los amigos. Quiero tener un año sabático con la familia, que siempre estuvieron ahí apoyando en los momentos difíciles drante todo el año. Quiero disfrutar de mis pequeñas (tiene dos hijas de seis y tres años), que crecen rapidísimo. Luego si pudiera, sí que querría seguir vinculado al deporte. No descarto entrenar a niños, pero no tengo nada a la vista por ahora.

«Los celtistas tenemos que hacer una estatua a Aspas»

Aunque el Celta es el club de su vida y al que sigue sin quitar ojo a día de hoy, Jonathan Vila también fue feliz viviendo otras aventuras a lo largo de una larga carrera futbolística. Con mayor o menor fortuna en los diferentes clubes por los que ha pasado, de todos se queda con lo bueno y con lo aprendido allí por donde ha pasado.

—¿Qué le dejaron las experiencias en Israel e India?

—Te hacen crecer como persona y valorar más todo lo que tienes en comparación con lo que se vive en otros lugares. Sobre todo, en India vi mucha pobreza y mucha tristeza.

—¿Cuál es el club que más le ha marcado aparte del Celta?

—Le tengo mucho cariño al Oviedo. Después de Jerusalén, quería volver a España. Mi mujer estaba embarazada y decidimos quedarnos cerca. Allí se interesaron mucho y fueron tres años maravillosos, la afición fue muy cariñosa y aún mantengo contacto con gente de allí. Estoy orgulloso de haber vestido esa camiseta.

—¿Dónde lo pasó peor?

—En Huelva las cosas no salieron como quisiera deportivamente y me quedo con la espinita de no haber podio hacer más. Fueron momentos difíciles en el decano.

—¿Sigue al Celta actualmente como aficionado?

—Sí. No me pierdo un partido.

—¿Y cómo analiza lo que le está pasando esta temporada?

—Es una pena, porque se ve que es un equipo trabajado, que lo intenta, que tiene personalidad, pero se le escapan partidos por pequeños detalles en las áreas. Esperemos que tire para arriba, porque la Primera es complicada y competitiva y a poco que no estés acertado, lo pagas caro. No está cayendo la moneda de su lado y confío en que eso cambie. Seguro que escalarán posiciones y no van a tener ningún problema.

—Usted es de los que pueden decir que jugó con Iago Aspas.

—Otro privilegio. Los celtistas tenemos que hacerle una estatua, un monumento en Balaídos o algo. Le pueden salir mejor o peor las cosas, pero siempre da la cara y lo intenta. Para mí, meta o no, es clave en el presente, en el pasado y en el futuro.

Oscar Vázquez