Dos identidades opuestas en Balaídos

Julio Álvarez- Buylla VIGO

GRADA DE RÍO

M.MORALEJO

Celta y Barça jugaron a intercambiarse los roles como si del doctor Jekyll y Mr. Hyde se tratase

09 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Celta y Barça jugaron a intercambiarse los roles como si del doctor Jekyll y Mr. Hyde se tratase. Con 15 minutos de descanso por el medio, los dos equipos nos presentaron dos identidades tan opuestas entre sí que uno no sabe con cuál de las dos quedarse o, si acaso, con las dos. Dos identidades que solo encuentran explicación en un juego como el fútbol, una explicación apoyada además por el irregular momento que presentan ambos.

El Celta hizo una primera parte mala. Los vigueses volvieron a demostrar debilidad defensiva y se encontraron en 30 minutos con un partido sentenciado, o casi. El Celta de este período estuvo fallón en el área donde los marcajes en ocasiones fueron demasiado elásticos o incluso no existieron. Además, fue incapaz de proteger mediante ayudas y coberturas la banda de un diezmado Hugo Mallo acuciado por sus problemas físicos, situación que fue aprovechada por Ansu Fati y Jordi Alba, quienes tardaron cinco minutos en desmontar toda la estrategia celeste de partido.

Pero este Barcelona llegó a Balaídos transitando por esta liga empequeñecido. Como si todavía no hubiese sido capaz de superar la ausencia de Messi. Lógico. Jugadores como el argentino convierten a los equipos en dependientes y el hueco que dejan al irse es tan grande que cuesta mucho reconstruir el equipo en base a otro proyecto. Una circunstancia de la que tal vez en casa Celta deberían tomar nota para el futuro. Porque aquí también tenemos un jugador franquicia y desgraciadamente, nada es eterno. Anticiparse y ser previsor no parecería ser mala opción.

Con todo, ganar 0-3 al descanso es un resultado rotundo que muchos entrenadores quisiéramos. Una diferencia tan amplia que lo habitual es que el partido se cerrase tras el descanso con una goleada cimentada a la contra. Sin embargo, no es la primera ni la última vez que estos partidos terminan con un inesperado giro de tuerca. El factor emocional aquí también juega y el exceso de confianza de quien golea viéndose ganador se contrapone a la bronca motivacional en el vestuario del goleado, convirtiendo los primeros 15 minutos tras la reanudación en claves en el desenlace final del partido.

Cuando la confianza ya de por sí es escasa, un tempranero gol supone un primer aviso que se transforma en miedo a no ganar cuando el equipo en ventaja recibe el segundo. Con las tornas cambiadas y la confianza mudándose de bando, los blaugranas, despojados del balón, no fueron siquiera capaces de generar el mínimo peligro ante Matías Dituro que hiciera dudar a los celestes sobre sus posibilidades de obrar el milagro de pescar algún punto. Iago Aspas hizo el resto.

Eduardo Coudet también puso de su parte acertando con los cambios y con la lectura del encuentro. La entrada de Fran Beltrán fue clave en el cambio de tercio del partido. Para la reflexión quedará que hubiera pasado si Aspas o Thiago Galhardo se hubiesen lesionado sin tener un recambio en el banquillo bien del primer equipo o del Celta B.

«Ahora me toca a mí», profetizó esta semana Aspas en el vídeo promocional del Celta. Mucho se está hablado del de Moaña en lo que llevamos de temporada. La situación del jugador y la del equipo han ido parejas y tal vez no se entienda la solución del uno sin el otro. El sábado, el delantero celeste volvió a inventarse un golpeo al alcance de muy pocos. Un gol y un punto que convirtieron un mal partido en una puerta abierta a la esperanza de un tiempo mejor.