El pulso entre Coudet y Onésimo que obligó al Celta a intervenir

GRADA DE RÍO

La gestión de los canteranos, principal punto de fricción entre los dos entrenadores

22 oct 2021 . Actualizado a las 10:37 h.

No es la primera vez que el Celta, por medio de su director general, Antonio Chaves, interviene directamente en las diferencias de criterio entre Eduardo Coudet y Onésimo Sánchez a la hora de gestionar qué papel desempeñan los canteranos. «Si no van a tener participación directa en el primer equipo, jugarán en el filial. Es decisión del club». Coudet repitió, sin ocultar cierta contrariedad, la expresión «participación directa». De las palabras pronunciadas por el argentino el pasado sábado se deduce que solo podrá contar con ellos cuando considere que van a ocupar una plaza en el once inicial, cuenten con la garantía de minutos, o sean imprescindibles como recambios por las bajas.

El técnico del primer equipo justificó de ese modo las ausencias en la convocatoria ante el Sevilla de Carlos Domínguez —que había sido titular ante Osasuna y disputado los últimos 13 minutos frente al Levante— y de Gabri Veiga —que, a un gran nivel con el filial, había completado la semana íntegra con el primer equipo, entrenándose en la posición de Denis— para incorporarse al viaje del Celta B a Majadahonda. El mensaje de Coudet, tras la intervención del club, matiza el que él mismo mandó hace apenas un par de meses: «Los canteranos que podamos utilizar y nos vayan a ayudar, lo vamos a hacer».

El desencuentro por Holsgrove

Las discrepancias entre Coudet y Onésimo —al que también se achacó desde el club la mala gestión de los canteranos que retornaron al filial tras el despido de Óscar García— se remontan al final de la pasada temporada. La comunicación entre ambos técnicos está deteriorada. El primer conflicto serio, y que acabaría pagando luego el propio jugador, tuvo como protagonista al centrocampista Jordan Holsgrove.

Coudet hizo debutar al escocés en enero, en la segunda parte del partido ante el Villarreal en Balaídos, y lo tuvo durante dos meses en dinámica de primer equipo: jugó media hora ante el Granada y otra media ante el Valladolid antes de que, en marzo, en la semana previa al derbi frente al Deportivo en Barreiro, y debido a las bajas que arrastraba, Onésimo reclamase su presencia. Antonio Chaves fue el encargado de hablar en la ciudad deportiva con Coudet, que no recibió de buen grado la petición. Jordan jugó el derbi, desapareció de la dinámica del primer equipo y compitió también con el filial en los partidos de la fase previa a la promoción de ascenso.

El Celta mantenía alguna opción remota de clasificarse para Europa y Coudet volvió a llamar a Holsgrove antes de la visita a Villarreal, a cuatro jornadas del final. Le dio 12 minutos en La Cerámica y otros 21 la semana siguiente ante el Getafe. Faltaban solo dos jornadas. El Celta viajaba a Barcelona —con Sequeira, Carlos Domínguez y Jordan en la expedición— y el filial se marchaba a Mérida para disputar la promoción de ascenso a Segunda frente al filial del Athletic.

El autobús del segundo equipo partió de Vigo sin Jordan. La presión de Onésimo y del club —el propio Carlos Mouriño, que viajó a Extremadura, priorizó esa fase de ascenso a una hipotética clasificación europea— hizo que, a última hora, Holsgrove saliera en un coche para subirse al autocar del equipo en A Gudiña. Coudet no volvió a contar nunca más con el escocés. Ni siquiera cuando en pretemporada citó a una buena nómina de canteranos, incluidos jugadores del juvenil.

Coudet entiende que los canteranos se forman mejor con la primera plantilla, al margen de los minutos que pueda ofrecerles: «Son dos categorías menos, sin menospreciar a nadie. Es otro ritmo, otra velocidad». Onésimo prefiere que los futbolistas de los que dispone se entrenen con él para preparar los partidos. Y, en medio, el Celta ha tomado la decisión de intervenir: «Los chavales tienen que jugar para seguir creciendo». Esta semana trabajaron con el primer equipo los futbolistas del filial Carlos Domínguez y Fer Medrano, el delantero del Celta C Fran López, y los juveniles Hugo Sotelo y Hugo Álvarez.

El técnico del filial se planteó dimitir a finales de agosto

Faltaba poco más de una semana para iniciar la liga en Riazor y Onésimo estalló. El técnico, que se quejaba entonces de la falta de efectivos disponibles, entre los convocados por la primera plantilla y los fichajes que seguían sin concretarse, confesó a algunos de sus allegados su intención de renunciar al puesto.

El filial venía de suspender unos días antes los dos últimos compromisos amistosos de pretemporada, ante el Arousa y el Compostela, por no disponer de futbolistas suficientes para competir. Onésimo tenía entonces a sus órdenes a nueve jugadores de campo y a dos porteros. La semana anterior, como consecuencia de la vacunación frente al covid —que ya obligara a la plantilla a entrenarse una semana en casa por el alto número de positivos— también se había cancelado otro amistoso ante el filial del Leixoes portugués.

«Han pasado muchas cosas inesperadas, ha sido una oda a la improvisación. Hemos entrenado con muy poca gente de nuestro plantel. Solo en tres o cuatro sesiones hemos tenido a más de diez jugadores de nuestro equipo», reconoció Onésimo en público, en la previa al primer partido. El técnico tuvo que salir al paso entonces al órdago que había enviado una semana antes el propio Eduardo Coudet, poniendo en duda que el filial ejerciera realmente como tal a las órdenes del pucelano.

«Es responsable de sus palabras»

«A veces escucho o leo que hablamos de la cantera. ¿Qué jugadores creen que están preparados para jugar en Primera? Hubo creo que doce cambios, algunos no conozco ni el nombre y no vamos a buscar en el infantil», reprochó Coudet en la previa del viaje a Pamplona. Había citado, además de a Carlos Domínguez, a Alfon y a Medrano. El argentino fue más allá a la hora de cuestionar la filosofía del club y los objetivos planteados con los jóvenes: «El filial es un equipo autónomo, tiene una responsabilidad y no es un equipo formador a día de hoy». La reflexión no gustó al técnico del Celta B ni tampoco en la sede de la calle del Príncipe.

«Cada uno es responsable de sus palabras», le replicó Onésimo, cuestionado por ello, a la vez que descartaba debatir en público con él: «Si tengo que hacer algo respecto al equipo, prefiero hacerlo dentro de lo que es la idiosincrasia del club». Un ejemplo más de una relación que seguía sin fluir.