El extremo agotará su contrato con el Celta estando cedido en el Karagümrük
27 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Casi cuatro años después de su llegada a Vigo a cambio de trece millones, ya se puede decir oficialmente que Emre Mor no volverá a vestir la camiseta del Celta ni en entrenamientos como los que venía realizando en solitario en las últimas semanas. Porque aunque seguirá ligado contractualmente al club vigués hasta final de temporada, estará cedido en el Karagümrük de la máxima categoría turca en virtud de un acuerdo que ambos clubes anunciaron ayer.
El recurso Mino Raiola ha dado finalmente resultado. El extremo zurdo y el Celta estaban de acuerdo en que querían separar sus caminos, como expresó el jugador públicamente, pero era necesario que apareciera un club interesado y, dado el historial del que fue internacional con Turquía, no parecía tarea sencilla. Pero el mediático agente lo ha conseguido y le ha encontrado un destino hasta el 30 de junio, el mismo día que termina el contrato que firmó en el 2017. Por eso esta cesión supone a efectos prácticos el adiós definitivo anticipado de un jugador que solo ha dado quebraderos de cabeza.
Pocos fichajes han generado la misma ilusión que Emre Mor, un joven talento que parecía inalcanzable en su momento para los vigueses. Al final, tenía trampa. Después de aquella presentación multitudinaria y de unas expectativas gigantescas, vino un chasco de idéntica dimensión.
Su primera temporada fue la de mayor protagonismo, 23 partidos, aunque solo cuatro como titular, y un gol frente al Huesca. Los problemas con los inquilinos del banquillo comenzaron ya ese curso, con Juan Carlos Unzué, el primero en apartarle por sus actos de indisciplina. Mor llegó a pedir perdón, pero reincidiría muchas más veces.
Cuando llegó Mohamed, comentó que el argentino creía en él y en la pretemporada del 2018 quiso hacer ver que iba a ser el Mor que se esperaba cuando se le fichó. Pero ni con el Turco, ni tampoco con Cardoso ni Escribá le fueron bien las cosas. «El talento solo no hace a un futbolista», dijo el luso sobre él. Con el valenciano mejoró la relación entrenador-jugador, según había dicho Mouriño, pero tampoco se vieron los frutos. En ese curso 2018/2019 disputó diez partidos y poco más de la mitad de minutos que el año anterior.
La temporada 2019/2020 fue la de sus dos cesiones. En la primera mitad de la temporada, recaló en el Galatasaray, y en la segunda, en el Olympiakos, pero en ninguno de los dos destinos cumplió las expectativas. Por eso, en el verano del 2020, la idea del Celta era deshacerse de él. Pero se le metió entre ceja y ceja disponer de una nueva oportunidad y lo consiguió.
«No encontré a nadie que me hablara bien de él», llegó a decir Óscar García Junyent. Antes, Mouriño había hecho público el propósito de enmienda de Mor: «Ha hecho un gran esfuerzo en lo personal, tremendo, para tratar de demostrar que puede ser útil, que ha cambiado. No es la primera vez que lo dice, pero nunca lo vimos con tanta convicción», decía el presidente.
Pero aquello también iba a quedar en nada. Una buena pretemporada, inicio de Liga como titular y vuelta a lo mismo. Al final, una pubalgia de la que se trató en Dubái para intentar evitar el quirófano -cosa que no logró- terminó con su temporada. Y con el alta en la mano y en un partido en el que citó incluso a los lesionados, Emre Mor se quedó fuera frente al Betis. Sintomático de su vuelta a las andadas. Se marcha siete meses después de su último partido como céltico, el pasado 24 de enero.