Un punto que plantea dudas

julio álvarez-buylla VIGO

GRADA DE RÍO

Eduardo Sanz Nieto - LOF

A este Celta, todavía a caballo entre la preparación y la competición, le falta algo de chispa

25 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Es pronto, pero este no es el Celta del milagroso efecto Coudet que sorprendió a todos y que tan buen regusto dejó en el final de temporada pasada. A este Celta, todavía a caballo entre la preparación y la competición, le falta algo de chispa y, por lo mostrado, además algo de convicción. De aquel equipo vertical y atrevido que iba a buscar al rival a su propio campo, por ahora apenas hemos visto algún esbozo en la segunda parte contra el Atlético y algún otro en los primeros 15 minutos de la segunda parte en el Sadar. Igual es que el final de temporada pasada generó tanta ilusión que nos hemos vuelto tan exigentes que queremos ese Celta competitivo desde el principio sin caer en la cuenta de que todo lleva su tiempo.

Por un motivo u otro, los vigueses fueron inferiores a los locales tanto en los aspectos defensivos como ofensivos y solo el acierto de Dituro, unido al desacierto de los navarros, hizo buena la máxima futbolística de que «si no puedes ganar, empata».

El Celta no defendió bien. Presionó con timidez y sin convicción, perdió el centro del campo y luego convirtió su lado derecho en la vía de entrada por la que Manu Sánchez y Rubén García amargaron la noche a un Kevin huérfano de ayudas. Incluso se sufrió por dentro en el cuerpo a cuerpo donde Kike, que fue capaz de zafarse para generar las primeras cuatro ocasiones.

Los locales apostaron por presionar el saque de meta celeste y por plegarse cuando perdían el balón y ni en un momento ni en otro el Celta supo leer cómo hacer daño a los rojillos. Los vigueses evitaron riesgos ante la presión y abusaron del juego directo sobre un Santi Mina al que apenas dejó resquicios Aridane. Con un rival plegado tampoco hubo opción. Primero lo intentó con Denis en apoyo en el inicio del juego, pero con el resto de atacantes muy lejos del balón y además emparejados con su par. Luego, Coudet retrasó a Brais Méndez, pero tampoco mejoró la fluidez.

El equipo siguió muy largo y el peligro generado por los celestes llegó en los escasos momentos en los que el juego se desordenó y se permitieron las transiciones de un campo a otro. Las incursiones de Javi Galán por fuera, los intentos de ruptura de Mina sobre la espalda de los centrales o la presencia de Denis Suárez con balón en los tres cuartos de campo no fueron bagaje suficiente para generar un tiro sobre la portería de Herrera.

 

El paso de los minutos sí sirvió para constatar que la versión 2.0 de Coudet, a diferencia de lo mostrado la temporada pasada, sí que confía en la capacidad del banquillo para cambiar cosas. Lo hizo con acierto ante el Atlético y lo volvió a intentar en Pamplona aunque la lesión de Kevin condicionase el efecto buscado. La llegada de Franco Cervi y la participación desde el inicio de temporada de Solari son buenas noticias para la búsqueda de soluciones antes o durante el partido. Dos perfiles que dan desborde y opciones por fuera ofreciendo cosas distintas como ya demostraron ante el Atlético.

En definitiva, es pronto para sacar conclusiones, pero los riesgos y el atrevimiento tanto en defensa como en ataque fueron las señales de identidad que obraron el cambio. Un camino que ya quedó marcado la temporada pasada y sobre el que es mejor avanzar que deshacerlo. El sábado regresa el Chacho al banquillo, ojalá sea premonitorio.