Conocido inicialmente como Vivo -incluso llegó a llevar ese nombre en la camiseta-, fue el primer futbolista israelí en jugar en La Liga y deslumbró. Sus convicciones religiosas llegaron a interferir en algunos horarios de partidos del Celta debido al Yom Kipur.
Una temporada agónica
En aquel curso 1996/1997, el Celta certificó la permanencia en la última jornada con un triunfo por 4-0 ante un Real Madrid que ya no se jugaba nada en ese momento. Finalizaron decimosextos con 49 puntos en una liga de 22 equipos -por el ajuste de la crisis de los avales de 1995-.Unos números discretos pero que iban a dar paso a una etapa histórica con Irureta, en la temporada de la clasificación, y Víctor Fernández, las siguientes cuatro temporadas, al frente.