El Celta reta a la jerarquía de la Liga

Julio Álvarez-Buylla VIGO

GRADA DE RÍO

Óscar Vázquez

14 may 2021 . Actualizado a las 21:29 h.

Este Celta de la cantera, hasta siete habituales en el once, se ha empeñado en romper el estatus jerárquico actual de la Liga, una jerarquía económica hasta este momento coincidente con la deportiva, ya que todos los equipos que les preceden superan en presupuesto a los celestes. Y lo ha conseguido tras cuatro victorias consecutivas, victorias que para poner en valor en su justa medida es necesario recalcar que se alcanzaron en un momento en el que las circunstancias de partida no parecían las más favorables. Sin Tapia, con un Aspas condicionado físicamente, con un debutante tirando de galones en el centro de la zaga y con el protagonismo de los menos habituales como Beltrán, Aidoo o Solari, los vigueses lograron que tanto Villarreal como Betis afronten con desconfianza el desenlace de este final de Liga. Muy meritorio, desde luego.

El cómo se ha conseguido recae, obviamente, sobre el buen hacer de los jugadores en el terreno de juego, una condición de éxito sin duda necesaria pero no suficiente como así se ha empeñado en demostrar Coudet, obrando el milagro de la resurrección deportiva del equipo. Lo que ha conseguido la mano del entrenador argentino merece ser digno de un análisis pausado e individual punto por punto que sin duda habrá que hacer. Por de pronto existen ciertas semejanzas o paralelismos con su compatriota Berizzo, aunque difieren claramente en sobre quién atribuir el éxito del rendimiento del equipo. Mientras la fórmula del Toto apostaba por la responsabilidad individual, el Chacho ha conseguido integrar el compromiso individual dentro del colectivo, consiguiendo la implicación de cada jugador dentro de cada fase indistintamente sea defensiva u ofensiva. Algo muy difícil en tan corto intervalo de tiempo y, sobre todo, cuando el equipo venía de donde venía.

Y ese compromiso colectivo ha generado un crecimiento individual en la mayoría de los jugadores que a día de hoy no se parecen en nada a los que pudimos ver antes del cambio. Un crecimiento tanto en el aspecto ofensivo como defensivo que ha afectado a todos y, lo que es más importante, sin dejar a nadie atrás. La recuperación del olfato goleador de Mina, el compromiso en la presión y la capacidad de aparecer para asociarse de Brais, las recuperaciones de Denis y su pase que rompe líneas, el primer toque de Nolito y sus metros recorridos para defender, la aportación ofensiva de Mallo, la reconversión de Aspas como asistente de gol… y así se podría seguir resaltando el trabajo del resto.

Este estado de ánimo y juego tuvo su transferencia ante el Getafe de José Bordalás. Los madrileños hicieron honor a su fama y, pese a su difícil situación clasificatoria, se mostraron en Balaídos como un equipo rocoso y bien trabajado en la presión, ante el que es difícil brillar y generar ocasiones. El Celta tuvo la suya, la aprovechó y ya en ventaja la supo gestionar. Las oportunidades del Getafe en otra situación probablemente hubieran supuesto otro final, pero este Celta ha cogido inercia. Una inercia ganadora con la que incluso se ganan los partidos sin más méritos que los oponentes. La rutina de la victoria… que existir, existe.