Que no se acabe la liga

Julio Álvarez- Buylla VIGO

GRADA DE RÍO

LOF

El Celta de Coudet se ha empeñado en cambiar la percepción de la afición

11 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

No hace mucho, el celtismo llegaba al final de Liga con el único consuelo de encontrar tres equipos peores que acabasen con la pesadilla del descenso y así poder soñar con la esperanza de un equipo renacido en la siguiente temporada.

Pero este Celta de Coudet se ha empeñado en cambiar la percepción de la afición. Los celestes llegan a este tramo final de Liga mostrando ser un equipo en progresión, que cada día madura un poco más y que deja la sensación en sus rivales, ahora ocupando puestos europeos, de que si faltase alguna jornada más, sería un serio motivo de preocupación para ellos. Y pese a la dificultad que entraña, aún está por ver que en este frenético final de temporada podamos dar algún susto. Soñarlo, por lo menos, lo merecemos.

Hace algunas semanas, y con la permanencia virtualmente asegurada, se hablaba de la importancia de terminar bien y de sentar de esa manera los cimientos de un futuro Celta que partiendo de cero en un nuevo ejercicio, pudiese seguir creciendo sin dudas en el proyecto, en quién lo dirige y en quiénes lo ejecutan.

Y estas ganas de más, de más Celta y de que esto no se acabe, tal vez esto sea uno de los mejores indicadores de la situación del equipo de cara al año que viene. El Celta se presentó en Villarreal con bajas, sin Aspas y con el paradigma de las dificultades existentes para ganar sin él sobre el campo. Pero los celestes, despojados de complejos y seguros de lo que quieren, se llevaron un partido abierto, vertical y en el que la pegada marcó la diferencia entre ambos equipos.

Eduardo Coudet, fiel a sí mismo, apostó por mantener su estructura, esa que apenas cambia sea quien sea el rival, sea cual sea el escenario e incluso falte quien falte en el once. Movió hombre por hombre para adaptarlos a su sistema de referencia situando a Fran Beltrán jugando por delante de la defensa, Augusto Solari buscando la profundidad por banda y a Brais Méndez adelantando su posición cerca de Santi Mina y salió bien. El único, pero del partido, por ponerlo, tal vez fue el intercambio de ocasiones propio de un partido en el que los dos contendientes jugaron sin la presión de las consecuencias del resultado.

¿Y Carlos Domínguez? Los partidos de idas y vueltas son siempre complicados para los defensas y, más aún, si primero te las tienes que ver con Fer Niño y luego con Gerard Moreno, casi nada. Su mejor tarjeta de presentación fue la sobriedad que exhibió. Otra gran noticia para la cantera y para el celtismo.