No encontró grietas en la defensa del Cádiz en un partido en donde el árbitro anuló un gol a Hugo Mallo

Xosé Ramón Castro
Redactor de Vigo

Hay partidos que anuncian el final con mucha antelación pese a tratarse de un deporte con tantas variables como el fútbol. El del Ramón de Carranza era uno de ellos. Desde el principio se jugó a lo que todo el mundo esperaba, por momentos más que balompié parecía balonmano con el Celta al borde del pasivo ante un rival que no tenía ningún problema en colocar a sus once hombres por detrás del balón si era necesario.

Con semejante escenario, el 0-0 era la única solución posible. Máxime cuando González Fuertes demostró ojo de lince para anular un gol a Hugo Mallo por un fuera de juego milimétrico que incluso ponen en duda las líneas del VAR. El tanto hubiese cambiado los renglones del encuentro, pero en esta ocasión el destino final estaba escrito. Las tablas ponen a ambos un punto más cerca del objetivo de la tranquilidad.

El partido no se desvió ni un ápice del guion desde el saque inicial. El Celta acaparó el balón (su posesión terminó siendo del 76,8 %, además de dar 724 pases) y el Cádiz se acantonó atrás y salió a la contra. Y cadistas fueron los primeros avisos, como un costa a costa de Rubén Sobrino a ritmo de velocista (32,6 km/hora) que finalizó con un certero rechace de Iván Villar, que poco después tocó lo justo una volea envenenada de Malbasic para que el travesaño enviase el balón a córner. 

 Durante muchos minutos el partido se jugó a lo que el Cádiz quiso. Cediendo el balón al Celta pero viviendo cómodamente en un mar de pases horizontales del conjunto vigués. La tendencia solo la rompieron Tapia con dos tiros lejanos, Aspas, actuando más como enganche que como delantero, en su búsqueda continúa de la profundidad, y Nolito, que primero puso a prueba a Ledesma y después sirvió un balón de oro que Hugo Mallo alojó de cabeza en el fondo de la red, pero González Fuertes y el VAR se encargaron de dictaminar un fuera de juego milimétrico. Tanto, que hasta las líneas suscitan dudas.

El segundo tiempo tuvo menos emoción. Se convirtió en una sucesión de pases, casi todos en horizontal y al pie, de los célticos, instalados en campo contrario de principio a fin. Y muy pendientes de no cometer errores en el pase. En ese escenario apenas existieron las ocasiones, y en el caso del conjunto vigués, todas llegaron por la banda de Hugo Mallo. La primera, un centro que tocó lo justo Brais y desvió Ledesma y la segunda, un disparo de Denis.

El Cádiz solo dio señales de vida ofensivas cuando el partido parecía romperse, pero lo hizo con un aviso muy serio: un balón cruzado por toda el área pequeña al que no llegó el Choco Lozano por poco.

Curiosamente, la ocasión más clara del partido para los célticos llegó en los segundos finales. Un balón colgado de Tapia que cabeceó Hugo Mallo y que salió a un palmo del palo largo de la portería de Ledesma. Hubiese sido un arreón definitivo para la salvación, pero el punto acerca un poco más al grupo de Coudet a la tarea de la permanencia matemática. Con once puntos de colchón, todo está a favor de obra de los célticos.

Ficha técnica:

0 - Cádiz: Ledesma; Iza Carcelén, Marcos Mauro, Fali, Espino; Jonsson, José Mari (Garrido, m.83), Salvi (Alejo, m.67), Sobrino; Malbasic (Jairo, m.67), Negredo (Lozano, m.60).

0 - Celta: Villar; Mallo, Murillo, Araújo (Fontán, m.56), Aarón; Tapia; Brais Méndez, Denis Suárez (Solari, m.78), Nolito (Beltrán, m.66); Aspas, Ferreyra (Baeza, m.66).

Árbitro: González Fuertes (Comité Asturiano). Amonestó con cartulina amarilla al visitante Jeison Murillo.