Tapia: «Valieron la pena los sacrificios para estar aquí»

La Voz VIGO

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El céltico repasa su vida revelando anécdotas como que su abuelo le daba 50 céntimos de moneda peruana por gol cuando era niño

18 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El céltico Renato Tapia ha sido el primer protagonista de una nueva sección del Celta bajo el título de Mi vida en fotos. Consiste en que al futbolista se le van mostrando distintas imágenes, desde su infancia a la actualidad repasando su trayectoria. La conclusión a la que llega es que merecieron la pena los sacrificios que fue haciendo para poder estar hoy donde está.

El internacional peruano comienza recuerdan que tuvo una infancia feliz junto a sus padres y sus dos hermanos. «Comencé a jugar al fútbol a los tres años, no siempre había campeonatos para los más chiquititos», rememora. Y confiesa que su padre sabía que se iba a dedicar profesionalmente al fútbol desde mucho antes que él: «Mi papá estaba convencida», comenta.

Tapia recuerda su paso por el Sporting Cristal, donde fue a probar «con casi cien niños» de los que primero quedaron nueve, luego cinco y, por último, dos. «Fue el primer equipo profesional en el que estuve y guardo grandes recuerdos. Le tengo un gran cariño y estoy muy agradecido», un discurso que aplica al resto de clubes por los que pasó.

Tiene un recuerdo muy especial para su abuelo. «Me decía ‘mi calichín’ y me daba 50 céntimos de moneda peruana por cada gol que metía. Siempre me apoyaba, me llevaba a todos lados», cuenta con emoción. Subraya que le extraña mucho, pero que sabe que «debe de estar en una fiesta allá arriba» celebrando lo que está logrando. «Todas estas cosas que hago en el fútbol se las debo a él». Se refiere también a sus amigos, entre ellos Aquino. «El fútbol me ha dado más de lo que me ha quitado hasta el momento y espero que siga así», comenta.

El centrocampista recuerda que fue becado en uno de los mejores colegios, donde le fue especialmente útil para su futuro aprender inglés. Le sirvió para «tener una vida más fácil en Holanda». De allí menciona lo mucho que le dio el Twente, donde se sintió muy bien tratado y recibido «con los brazos abiertos». Ya en el Feyenoord, sintió «lo que era el fútbol de élite, la atmósfera de que había que llegar a Europa League y campeonar, que tienes que mejorar cada día porque si no te quedas atrás». Ganó sus primeros títulos y lograron ser campeones tras 18 años.

Confiesa también que hubo un momento en el que lo pasó mal por perder las ganas de entrenar y la capacidad de disfrutar con el fútbol. Entonces llegó un cambio de aires, la cesión al Willem II, donde recuperó las sensaciones. «El fútbol es mi profesión, pero es un amor. Ser remunerado por lo que amas no tiene precio», comenta. Como no lo tiene jugar con su selección, un gran sueño cumplido. «Vaya donde vaya, mi amor por la selección va a estar».

Por último, en cuanto al Celta, considera que «pasaron muchas cosas para poder estar en este momento en este lugar», donde dice sentirse «feliz». «Pienso que valió la pena pasar por tantos momentos para poder llegar y estar ahora aquí».