Jóvenes y sobradamente VARbarizados

GRADA DE RÍO

AFP7 vía Europa Press

20 feb 2021 . Actualizado a las 23:07 h.

A Pizarro Gómez le hicieron ir al monitor a buscar el frame con el que expulsar a Rubén. El árbitro estaba convencido sobre el césped de la simulación de Maxi, al que incluso hizo un gesto con una sonrisa que parecía guardar un «no coló». Pero González González quería su rato de gloria y lo puso ante el monitor, esa especie de reproche virtual al que el trencilla de campo acude ya condicionado.

Se le debió hacer larga la búsqueda, si le parecieron los siete minutos que calzó de descuento. Pizarro se encogió ante la pantalla y compró el leve contacto para cobrar la pena. ¿Podía pitarse?. Podría. Pero ¿era lo suficientemente claro como para cuestionar el criterio del árbitro de campo? Desde luego que no. ¿Qué dirección llevaba ese balón? Si el VAR está pensado para corregir errores flagrantes esta vez se tomó una licencia que no le corresponde. Esa acción, y la incapacidad para superar las consecuencias, acabaron determinando un partido soporífero, imposible para el espectador, y de merecido empate a nada.

El Celta no gestionó bien lo que sucedió después de la expulsión. Ni en lo que hizo ni en lo que dejó de hacer. Fue incapaz de buscar soluciones para retener el balón y no tuvo la personalidad y la picardía suficiente para desestabilizar al rival. Podría achacarse a la inexperiencia, pero no. Sorprende que en una situación como esta a uno le lleguen a sobrar los cambios. Coudet no engaña a nadie. No esconde las alineaciones ni las intenciones. Quizá haya pensado esta vez que los que esperaban en el banquillo con la bombona de oxígeno estaban poco preparados para un combate de esa envergadura. Una paradoja en una temporada de récord cuando hablamos de canteranos debutantes. Hasta seis dieron el paso. Tres esperaban en el banquillo de Mestalla.

Gestionar lo que viene después del debut no es cosa menor. Fontán hace bulto en la plantilla como cuarto central y un buen recurso para el lateral izquierdo. Alfon no fue alternativa en el momento en el que el partido pedía un revulsivo —Ferreyra, con sus cualidades, se parece a Iago como un melón a una aceituna— que trajese algo de dinamita. Cuando Tapia se retorció y todos le rezamos a ese tobillo, Coudet ya nos enseñó que la carta no era Jordan.

Me viene a la memoria aquella reflexión de Bielsa en Bilbao: «Es fácil poner jugadores jóvenes y acrecentar la lista de debutantes. Lo que hay que hacer es poner jugadores jóvenes y que no fracasen. La función es ponerlos para demostrar que sirven». Ahí tiene también Coudet tarea pendiente.