Tres puntos para consolidar sensaciones

Julio Álvarez- Buylla VIGO

GRADA DE RÍO

Salvador Sas

15 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El Celta ha pasado de predicar a dar trigo. Ha pasado de las sensaciones a los puntos. Las ideas y lo que uno muestra son importantes, pero de poco valen si no se traducen en la práctica en resultados. Y por eso este partido estaba marcado en negrita. Un partido propicio para reforzar con tres puntos los dos últimos buenos encuentros como visitante y dejar atrás un dudoso comienzo de año que durante unos días sembró las dudas en la parroquia celeste.

Los vigueses se impusieron a un voluntarioso equipo ilicitano cuya mayor carencia residía en sus problemas defensivos por dentro y en las áreas. Y por eso, tal vez con el partido de la primera vuelta todavía fresco, los celestes plantearon un encuentro en que trataron de explotar las dificultades de los centrales ilicitanos cuando salían fuera de su posición o cuando jugaban a su espalda. Solo diecisiete minutos fue el tiempo que los vigueses regalaron a la incertidumbre, sobre todo por el bagaje que traían de su reciente actuación y cuasi remontada frente al Villarreal. El segundo gol de Santi Mina convirtió los últimos veinticinco minutos en un trámite necesario para sumar una victoria que debe servir de base a la tan deseada consolidación del equipo.

 

Pero el partido, además, dejó dos nombres propios, aparte de Renato Tapia. El peruano, como se diría hoy en día, es tendencia. Otra jornada más, convirtió su figura en el campo en omnipresente y su ejercicio como centrocampista defensivo como ejemplo de esos que salen en los libros.

Con la llegada de Coudet, el Celta ganó en confianza con el balón y apostó por el juego combinativo. La presencia de Denis como iniciador del juego no pasó desapercibida para los rivales, ya que tapando la salida celeste por dentro, llegó a provocar errores que desembocaron en dudas. Tras un desconcertante partido ante el Eibar, Eduardo Coudet parece que ha encontrado la deseada alternativa en la figura de un Néstor Araujo se ha convertido en el iniciador del juego vigués. El cambio ha dotado al central mexicano de la responsabilidad el dar ese primer pase que inicia el ataque posicional de los celestes.

Contra el Elche hemos visto todas las variantes. Salió con el balón en conducción fijando a los centrocampistas ilicitanos para jugar por dentro con Iago Aspas o Brais Méndez. Jugó al espacio con el delantero (Santi Mina) ante el arrastre del interior. Jugó al espacio con el lateral (Hugo Mallo) con el arrastre de Brais y un Mina que fijaba en el centro a su par e incluso jugó al espacio con el interior (Augusto Solari) para que de primera pusiera el balón a Mina y este transformase el gol de la tranquilidad. El defensa vigués es uno de los que han afianzado su rendimiento con la llegada del entrenador argentino.

El otro nombre propio es Santi Mina. Un delantero que destacó por su oportunismo en el área y su facilidad para finalizar, pero que sin embargo en el fútbol profesional tal vez no ha tenido el acierto esperado de cara a gol. Su brega y su entrega es incontestable. En este Celta es la punta de lanza en el inicio de la presión, o el receptor del balón largo en su continua disputa con los centrales rivales, a quienes vuelve locos sacándolos de posición con sus continuas rupturas a las espaldas de los laterales. Un perfil de jugador tal vez poco reconocido, pero que a todo entrenador gusta.

Y contra el Valencia, Aspas no estará. Volver a hablar de la importancia del de Moaña es repetir nuevamente lo ya dicho una y otra vez. Ahí está el reto de Coudet, mantener el nivel sin él.