Un flechazo celeste en Cataluña

M. V. F. VIGO

GRADA DE RÍO

CEDIDA

Adriá Serrat, sin más vínculos con Galicia que los que él mismo ha ido creando, es celtista 100 % desde los seis años y forma parte de la peña Esmorga Zeleste

24 feb 2021 . Actualizado a las 09:04 h.

Adrián Serrat, 27 años, celtista desde los 6. Hasta ahí, podría ser uno de tantos, con la diferencia de que nació y reside en Cataluña y nadie le inculcó la simpatía por el Celta, sino que lo califica como «un amor a primera vista» que comenzó a muy corta edad. Ningún tipo de vínculo le unía a Galicia, pero ha sido él el encargado de construirlos con el paso de los años, hasta el punto de formar parte desde hace unos cuantos de la peña viguesa Esmorga Zeleste.

Curiosamente, su primer recuerdo celeste podría haber invitado más a despegarse que a engancharse al equipo: fue la final de Copa perdida en el año 2001, en Sevilla ante el Zaragoza. «No es agradable, pero en ese momento le dabas una importancia relativa, no te enterabas de lo que suponía realmente. Con el tiempo, sabe peor el recuerdo», admite. Tampoco oculta que el hecho de que el Barcelona, club con el que simpatiza buena parte de su entorno, no estuviera «demasiado bien» le ayudó a buscar fuera de casa al que iba a ser con el tiempo su único equipo. «Soy del Celta al 100 %», subraya.

Nombres como Mostovoi, Karpin, Gustavo López y «toda aquella tropa» tuvieron mucha culpa de que Adrià se hiciera celtista. «Me fijé muchísimo en ellos y soy de ideas fijas. Así que con el tiempo, el celtismo fue a más», indica. A su alrededor, la familia creyó que sería «algo pasajero y que cuando el Barcelona ganara algo saldría a celebrarlo y sería culé», incluso que quizá seguiría simpatizando con el Celta, pero que la cosa iría a menos. Se equivocaron por completo. «Vieron que iba en serio y no solo lo aceptaron, sino que me animan. Al contar la historia, hasta me felicitan por haber sido un poco diferente a los demás, haber ido contracorriente en un sitio donde es Barça, Barça y Barça», cuenta.

Ya ha estado en Balaídos siete u ocho veces y, como todo celtista, ahora está loco por que llegue el momento de poder vivir de nuevo un partido del equipo en directo. «Es el primer viaje que quiero hacer cuando se pueda. La primera vez que los vi creo que fue en el Camp Nou, y después el ascenso en Lleida, en Tarragona... Estuve en partidos no solo por toda Cataluña, sino también en Leganés, Getafe, Valencia, Bilbao...», recuerda.

Sin embargo, su primer contacto con Esmorga Zeleste no fue en ninguno de esos viajes ni a Vigo ni a otros lugares de la geografía española, sino a través de Internet. «Conocí a Martín -uno de sus responsables-, fue creciendo la relación y directamente me metí a la peña», indica. Su primer duelo en Balaídos fue una derrota contra el Rayo, pero tampoco aquello le disuadió de ser celtista. «Fue de nuevo un mal partido para elegir. Estaba viendo a unos amigos que estaban de Erasmus en Porto y Coimbra y aprovechamos para ir a Vigo». Corría la temporada 2013/2104 y ya hacía tiempo que no había vuelta atrás en el celtismo de Adrià, que desde que tuvo carné de conducir ya acostumbraba a viajar a Vigo una o dos veces al año.

Los partidos del equipo los vive «muy nervioso» y le cuesta rodearse de gente que no es del Celta. «Pero al final te acostumbras: alguna vez con amigos, con la nova, con tus padres.. Pero sigo prefiriendo solo, porque soy de sufrir y con gente que no es del Celta es distinto», comenta. Aunque su gente cercana simpatiza con el Celta. «Hacerles cambiar al 100 % es imposible, porque es hacer venir a alguien que lo está ganando todo a tu mundo, que es de sufrimiento. No es una penitencia, pero casi. Y aun así, yo lo intento inyectar en vena a los que me conocen».

A día de hoy, Serrat habla del Celta como «una parte muy importante» de su vida. «Ya es una forma de vivir. Te acabas identificando con el entorno, la afición, la ciudad. Aunque estés al otro lado de la península. Así se lleva supongo que aún con más sufrimiento, pero hala Celta siempre», concluye.