El acompañante de Santi Mina y el hueco de Brais o Nolito en los costados son las únicas dudas de cara a la formación del cuadro vigués ante un Betis que recupera a Guido Rodríguez, aunque el peligro real de los verdiblancos habita a su par y se llama Canales. Desde que el cántabro reapareció, el equipo recobró la sonrisa y Pellegrini, el padre del Chacho entrenador, puede respirar tranquilo. De la capacidad de los célticos para anular al cerebro rival puede depender en gran medida la suerte del partido. La gran ausencia en las filas verdiblancas será el portero Claudio Bravo, que el lunes sufrió una lesión muscular, y quedó apartado del equipo por cuarta vez esta temporada. Joel Robles, siempre bajo el foco de la crítica, será su sustituto.
La contienda, que marca el inicio de un ciclo de viajes empinados para el Celta, también será una lucha por la posesión. Con o sin Aspas, los vigueses viven mejor con el balón en sus pies, y el Betis también quiere el control con el mismo redondo argumento. La presión y la intensidad serán otros aspectos capitales, dos asignaturas que los vigueses tienen pendientes desde su último partido. Un regreso cargado de retos.