Del idilio de Denis a la mejor decisión de la carrera de Nolito

La Voz VIGO

GRADA DE RÍO

Los cuatro jugadores del Celta que viven su segunda etapa en el club cuentan su experiencia

12 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Iago Aspas, Santi Mina, Nolito y Denis Suárez tienen en común que viven sus segundas etapas en el Celta. Tres de ellos, canteranos, se criaron en A Madroa y tuvieron paréntesis de diferente duración antes de volver; el caso del gaditano es distinto, pero en menos tiempo se convirtió casi en otro jugador más de casa. Los cuatro han vuelto y explican a Betway que deseaban hacerlo.

El moañés, icono del club, entró a formar parte de él a los ocho años, cuando fue seleccionado en unas pruebas de las categorías inferiores. Solo estuvo fuera dos años, y por él hubiera sido menos tiempo. Volvió en el verano del 2015, pero como ya reveló en otra ocasión, lo intentó en enero de ese año. «Le comí la cabeza a Monchi con que quería volver a casa, que había una oportunidad muy grande. Tuve que esperar al verano», recuerda.

Ahora, Iago vuelve a disfrutar del club de su vida, aunque no de una de las sensaciones que más disfruta. «Al saltar a Balaídos se me pone la piel de gallina. Puedo dar tres pasos mal y la gente me sigue apoyando para que el siguiente salga bien», dice sobre una afición rendida a sus pies pero que de momento, por la pandemia, no puede acudir al estadio.

En el caso de Denis Suárez, puso rumbo a Manchester con 16 años y tuvieron que pasar ocho para que se produjera su regreso en el verano del 2019. Revela ahora que fue el quien dio el primer paso para que formara parte de la Operación Retorno. «La primera toma de contacto fue mía hacia el club. Les dije: ‘Voy a salir y no quiero irme fuera’. Fue lo correcto, estoy en casa y muy agradecido a la afición. Mi llegada generó mucha ilusión», indica.

Además, Denis se remonta a los orígenes de su celtismo, que siempre ha estado vivo pese a la distancia. «Soy celtista porque desde pequeño mi padre lo era y me traía a Balaídos cada fin de semana que jugaba», relata. Rememora que iban a la grada de fondo, «la más barata, detrás de la portería, donde estaban los celtarras» y ahí sitúa el inicio de lo que denomina su «idilio con el club».

Santi Mina explica que «aunque cuando te marchas la gente piensa que te vas a olvidar», nada más lejos de la realidad. «Veía los partidos todos los fines de semana y para mí era un orgullo que les fuera bien. El Celta confió en mí cuando tenía nueve años y me hizo ser profesional. Eso no lo olvidas», dice el vigués, que militó en el Valencia durante el paréntesis de su etapa celeste.

El delantero se remonta a sus inicios con el primer equipo. «Lo primero que piensas cuando llegas es que no se acabe nunca. La primera vez que puse un pie en el vestuario del primer equipo para entrenar, sabía que me quería quedar allí», expresa sobre su ambición cuando daba sus primeros pasos.

La experiencia de Nolito es diferente, porque llegó a Vigo con otra edad, pero encajó como un guante. «Me llamó Luis Enrique, porque iba a entrenar al Celta de Vigo y quería que viniera para aquí. Le dije que sí sin pensarlo y es la mejor decisión que he tomado en mi carrera», valora el gaditano.

Explotó en Vigo, donde vivió sus mejores años, pero de ahí puso rumbo a Manchester, donde no cuajó, y al Sevilla, desde donde regresaba en junio pasado. «No pensaba ya que fuera a volver y es una felicidad inmensa. Tenía una espina. Quería volver, lo estaba deseando».