Crecer desde la tranquilidad

Julio Álvarez- Buylla VIGO

GRADA DE RÍO

PABLO REQUEJO / LOF

29 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Había ganas de partido, expectación e incluso se hablaba de reválida. Algo tal vez demasiado prematuro, aunque sí que en el sentir general existía el pensamiento de que el Valladolid sería un buen rival para confirmar si los celestes habían puesto tierra de por medio con los males que les aquejaron las últimas temporadas. 94 minutos después nos dejan a un Celta imbatido, que mejora defensivamente y con margen para crecer, pero al mismo tiempo también un partido con bastantes similitudes a los vistos en el anterior curso y en el que los celestes no fueron superiores a sus rivales como sucedió la temporada pasada. Lógica la impaciencia, pero demasiado pronto para pasar del blanco al negro. Parece mejor opción transitar por los grises, valorar el punto conseguido y dar tiempo al equipo, al banquillo y a la secretaria técnica.

El juego al espacio. Hace una semana hablábamos de cambio y de la profusión de ocasiones de gol en el inicio liguero. El domingo la prueba era importante para constatarlo. Pero esta vez los vigueses no pudieron o no supieron interpretar cómo hacer daño al rival y mostraron defectos del pasado. Ante un equipo que presiona, que se repliega con rapidez y que junta sus líneas ahogando los espacios entre ellas, los celestes acumularon gente por dentro recibiendo de espaldas y al pie con el rival posicionado. La opción de transición rápida y el pase al desmarque de ruptura sobre el espacio que dejaba su adelantada defensa fue empleado contadas veces y en todas las que el Celta lo intentó rondó el gol con Denis e incluso acertó por medio de Aspas.

El golpeo. Se podría hablar del golpeo final con efecto liftado, más propio del tenis que del fútbol, o se podría hablar del sutil toque con el que anteriormente esquiva al portero, casi tan difícil uno como el otro y al alcance de muy pocos jugadores. Sobran ejemplos y sobran acciones que podría volver a dejar en evidencia decisiones tan subjetivas y cuestionables como su no presencia en la selección. No se puede decir que Aspas ha vuelto, porque nunca se ha ido, pero su comienzo de temporada transmite la idea de haber dejado atrás una temporada difícil. Otra cosa es pensar que bien le vendría al equipo un nueve que también le diese la opción de jugar entre líneas para desatascar partidos como el de Zorrilla.

La consistencia. En el haber de Óscar hay que destacar la mejora defensiva del equipo no solo individual, sino también colectiva. Incluso en un partido como el del domingo el equipo no pasó apuros salvo en el mano a mano del inicio de Guardiola contra un Iván que va a más. Con Murillo como fijo en el eje defensivo, esta temporada Aidoo ha tomado el relevo de Araujo. El ghanés, rápido, resolutivo y contundente en el uno contra uno, está siendo una de las claves del buen inicio defensivo del equipo. El Celta domina el área, no le generan y encaja poco, una máxima para sumar puntos y tranquilidad.

Las decisiones. Óscar repitió apuesta, algo poco habitual desde su llegada. El Celta no sufrió, pero tampoco estuvo cómodo durante el partido, aunque consiguió lo más difícil, llegar en ventaja al descanso. Sergio arriesgó moviendo todo su frente ofensivo cambiando habilidad por presencia y Óscar intentó contrarrestar el movimiento, pero sin fortuna. Las entradas no mejoraron a los que se retiraron y lejos de cambiar la inercia del encuentro, el Celta reincidió en su juego y dio la sensación de no poder inquietar a un Valladolid que ganaba enteros con el paso de los minutos. Se echó en falta un perfil distinto para intentar cambiar la dinámica del partido.