Un bienio anclado en la derrota obliga al Celta a un cambio radical

La Voz VIGO

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Los célticos solo ganaron el 22,3 % de los últimos 76 partidos y tras evitar dos años seguidos el descenso en el último partido deben reconducir su proyecto

21 jul 2020 . Actualizado a las 21:49 h.

El Celta necesita una reconstrucción urgente. Dos años salvándose en la última jornada y, en esta ocasión, por los deméritos de los rivales al ser incapaces de ganar ninguno de los siete últimos partidos parecen un aviso suficiente para cambiar el rumbo. Porque pese a la inversión (61,5 millones de tope salarial para plantilla este curso) y al cambio de entrenador (cuatro en los dos últimas temporadas), el conjunto vigués se ha convertido en un equipo perdedor anclado a las profundidades clasificatorias: 17 victorias de las últimas 76 posibles (22,3 %) lo dicen todo tras dos años infames.

Los nueve años en Primera son la mejor noticia para el equipo vigués, pero ese extraordinario dato no puede tapar la cruda realidad. Desde el adiós del Toto Berizzo, la cuesta abajo celeste es pronunciada. Comenzó con un año plano de Unzué y acabó con los dramas del último día en dos cursos consecutivos. En estos dos ejercicios el Celta, lejos de asentarse entre los importantes, se ha instalado en la precipicio. La pasada temporada ganó diez partidos, encajó la friolera de 17 derrotas y tuvo que esperar hasta el último día, pero este curso solo fue capaz de ganar siete de las 38 contiendas (18,4 % de los duelos) y su principal sustento para la agónica permanencia llegó con su récord de empates (16), el rey de la liga en este apartado compartido con el Atlético de Madrid.

Las siete derrotas son la segunda peor marca viguesa en Primera en los últimos 30 años y se pueden justificar por su raquítica producción goleadora pese a tener jugadores de muchos quilates en vanguardia. Tan solo anotaron 37 dianas a lo largo del curso, a una media de 0,9 por contienda. En el curso pasado, también lamentable, la producción se fue hasta los 62 (25 más).

Números que confirman las sensaciones. El Celta se convirtió en un equipo perdedor por su irregularidad, por competir mal (el gen competitivo no siempre está presente) y por carecer de la más mínima estabilidad. El ejemplo está en el sistema defensivo: de coladero a roca y viceversa. Por detalles y sin un motivo que justifique tan peligrosos vaivenes.

Datos que le dan la razón a Denis Suárez cuando señala que «es momento de iniciar un período de reflexión y análisis. Debemos aprender y corregir nuestros errores». Y ese análisis, en el que debe participar un Óscar García Junyent que sale tocado del pésimo final de liga pero que tiene dos años de contrato por delante (el segundo revisable), debe aparece un cambio de modelo en la planificación deportiva e incluso en los métodos de actuación habituales del club.

En el aspecto deportivo el Celta ha fijado su apuesta en futbolistas de talento en donde el ADN de A Madroa es un plus. Un perfil loable pero que necesita ser cumplimentado con futbolistas de músculo y carácter como puede ser Murillo. Y la plantilla no solo puede responder al perfil de media punta que se asocian en el pasillo central. La reconstrucción celeste necesita jugadores de banda, extremos, que puede abrir espacios en los costados. Álvaro Vadillo, el jugador del Granada, con quien existe un precontrato y que desde entonces no jugó con los nazaríes, puede ser una alternativa válida. El peruano Renato Tapia es otro fichaje por confirmar. Un portero, contra lo que viene siendo tradicional, también podría estar en la agenda de Felipe Miñambres, el director deportivo, que también sale tocado de este bienio negro aunque acabe prolongar su vínculo contractual con los celestes.

La temporada recién terminada deja en entredicho asimismo a la Operación Retorno, tan ilusionante como estéril. De los cuatro retornados solo Rafinha tuvo incidencia real convirtiéndose en uno de los jugadores de referencia tras participar en 29 partidos. Santi Mina, con sus seis goles, muchos en el tramo final, se fue asomando de un modo paulatino a una titularidad que perdió Denis Suárez por culpa de las lesiones. La aportación de Pape fue testimonial.

Demasiados borrones que no deben pasar desapercibidos para que la tranquilidad vuelva al club.