La transversalidad del momento

Julio Álvarez- Buylla VIGO

GRADA DE RÍO

Xoán Carlos Gil

18 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El Celta llega a la última jornada de liga en busca de la supervivencia deportiva. El domingo poco debe importar el pasado e incluso el futuro, solo el presente, 90 minutos.

El pasado más reciente es el que más preocupa y el que probablemente sientan los jugadores. Las dudas de un equipo que ha tratado de tú a tú a los nobles de la categoría pero que ha sido incapaz de competir ante sus iguales. Pero es evidente que ese pasado con sombras ha tenido luces. Las de un equipo que defensivamente había sido capaz de cortar de raíz la sangría de ocasiones que le generaban domingo sí y domingo también.

Las luces de un equipo que se había hecho fuerte por dentro y que llegaba al balón antes que el rival cuando los centros llegaban desde los laterales. Un equipo en el que brilla uno de los mejores delanteros españoles capaz por sí mismo de generar confusión a las mejores defensas de la categoría. Un equipo que ha demostrado que sabe y puede competir porque así lo ha hecho en sus siete visitas a los siete primeros donde solo ha caído en el Nou Camp y eso no se consigue por casualidad.

El Celta debe apartar sus miedos y que esos miedos y dudas no se conviertan en bloqueos. Bloqueos que pueden transmitir exteriormente apatía o falta de intensidad pero que muy lejos de esa realidad son causados por la falta de confianza y el estrés generado por la situación, un querer y no poder. ¿Quién no hubiese dado todo por haber evitado esta situación?

Pero la situación es la que es y cada uno seguro que podríamos tener nuestra receta. De aquí al domingo será tan importante la elaboración de un plan de partido, como la recuperación física de los jugadores o el refuerzo psicológico. Mucho trabajo transversal que no termina ahí, ya que todos los celtistas somos parte de este partido y no solo por nuestros sentimientos, sino también por la necesidad de transmitir confianza a un grupo que ahora es lo que más necesita. ¿Y todo esto por qué? Porque las emociones se contagian.