Cuando se le pregunta a Rafael cuál es entonces el origen del celtismo en esas personas en la que nació sin explicación aparente, apunta en muchos casos a jugadores. «A uno le gustaba Cañizares, a otros Mostovoi... En mi caso, mi primo había estudiado en el colegio con un chaval gallego que era del Celta, se hizo celtista y me lo transmitió a mí. Y eso que me saca 20 años», relata. Precisamente en edades y procedencias tienen gran variedad, con niños, mayores y representantes de varias provincias andaluzas (Córdoba, Sevilla, Huelva, Málaga, Jaén...).
El hecho de que estén desperdigados por el territorio de la comunidad autónoma se traduce en que sea muy difícil juntarse en su totalidad. El mejor momento para hacerlo suelen ser los partidos que se disputan en Andalucía o comunidades cercanas. «Aparte de eso, que nos solemos juntar bastantes en los estadios, tenemos un grupo de WhatsApp para mantenernos en contacto y comentar los partidos», expone. También tienen una sede física en Hornachuelos, donde en ocasiones han organizado alguna comida.