6.000 kilómetros en autobús en un mes movido por la pasión celeste

La Voz VIGO

GRADA DE RÍO

CEDIDA

Sergio Otero estuvo en Mestalla, Bernabéu y Los Cármenes y tampoco faltará al Coliseum Alfonso Pérez para arropar al Celta

04 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando el próximo domingo Sergio Otero regrese a Vigo desde Getafe habrá recorrido en autobús alrededor de 6.000 kilómetros siguiendo al Celta en poco más de un mes. Se apunto a los desplazamientos para los partidos frente a Valencia, Real Madrid y Granada y, aunque el del próximo fin de semana no es gratuito como los anteriores -el club no ha repetido esa medida en esta ocasión-, él volverá a estar allí, esta vez como parte de la expedición que organiza la peña Irmandiños 1923.

A sus 16 años, Sergio lleva más de media vida de socio del Celta y cuenta que fue su padre quien le inculcó la pasión por el equipo vigués. «Somos celtistas de toda la vida y los dos tenemos el escudo tatuado», revela. Justamente en familia fue su primer viaje con el equipo, hace tres o cuatro años -calcula- y a Bilbao. Pero hasta que la pasada campaña el club puso buses gratuitos a Bilbao y Leganés, no había vuelto a viajar.

Este año no lo tuvo fácil. Sus padres no querían dejarle ir. «Con el tema de ser menor, no querían que fuera sin un adulto, pero como venía la madre de una amiga, al final les convencí. Por mi parte, no me lo pensé ni un momento», dice. Y a partir de ahí encadenó los tres viajes a los que el próximo fin de semana sumará un cuarto.

Para Otero, lo bueno que tienen estos viajes supera con creces a la paliza que suponen en cuanto a kilómetros. «Cuando te mueve la pasión, no importan los kilómetros ni lo que te pongan por delante», proclama. Y añade que en estos viajes «acompañas a tu equipo para darle el apoyo que necesita y al mismo tiempo descubres campos nuevos y nuevas aficiones que te tratan muy bien», repasa exceptuando una, la del Real Madrid: «Nos cantaron ‘a Segunda’», lamenta.

Algunos de estos viajes han supuesto, entre ida y vuelta, pasar más de un día en el autobús. Nada que le suponga un problema. «Lo pasas muy bien y si no vas ya con amigos, enseguida los haces entre el resto de celtistas. Vas entretenido y se hace corto incluso aunque sean tantas horas», asegura. Y aunque admite que sobre todo en los regresos de noche hay momentos en que casi todo el mundo duerme, por lo general la animación es constante.

Hasta cuando los resultados no acompañan en el partido en cuestión, tampoco cunde el desánimo para la vuelta. «Está claro que siempre vamos para intentar ayudar a conseguir los tres puntos, que es lo que queremos, pero pase lo que pase intentas pasarlo bien, arropar a los jugadores y, si se pierde, pensar ya en arroparles en el próximo partido», señala. Además, ha comprobado que los jugadores agradecen el apoyo: «En Granada Iago y Murillo fueron a dar sus camisetas y antes, en el hotel, no había seguridad y se acercaron a nosotros».

La madre de Aspas, una más

Aparte de haber sido compañera suya de viaje en varias ocasiones tanto la temporada pasada como esta, Sergio es moañés y conoce personalmente a la madre de Aspas, con la que, de hecho, se desplazó de Moaña a Vigo. «Hacíamos bromas con ella, le cantamos el ‘gracias por parir’ y estaba encantada. Ya dice ella que es una más y es así», subraya. «Le encanta la fiesta y dice que lo pasa genial en el autobús, que si le ofrecen ir en avión no quiere saber nada porque no se compara con lo bien que lo pasa con nosotros».