Invasión de atletas y lluvia en Balaídos

M. V. F. VIGO

GRADA DE RÍO

Celso Comesaña y María Fernanda Martín inscriben sus nombres en la prueba céltica

09 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde los chiquiceltas a partir de tres años hasta los que peinan canas, atletas de todas las edades se reunieron ayer con el objetivo de completar distintas distancias, siempre con meta en el estadio de Balaídos. Porque la lluvia, que no dio tregua en prácticamente ningún momento durante la mañana, no impidió la celebración de la sexta edición de la Invasión Celeste, carrera organizada por la Fundación Celta que se desarrolló en un ambiente familiar y marcado por la ilusión de los más pequeños, aunque con los paraguas como invitados incómodos en las gradas.

La edición del 2019 fue la de inscribir nuevos nombres en el palmarés de una prueba que hasta ahora había tenido dos dominadores claros. Ante las ausencias de Ester Navarrete (que se había impuesto en las cinco ediciones anteriores) y Gonzalo Basconcelo (que había ganado las últimas cuatro después de que Akka Essaadaoui venciera en la inaugural), estos encontraron sucesores en María Fernanda Martín, de la Sociedad Atlética Val Miñor, y Celso Comesaña, respectivamente.

Comesaña -guía en atletismo de la deportista con discapacidad visual Susana Rodríguez Gacio- firmó un tiempo de 23m 41s 301c que le permitió subir a lo más alto del podio. Se impuso con autoridad, ya que el segundo mejor clasificado, Josué Moreno (CAR Marisqueiro) paró el crono ocho segundos después (23:49.810). El tercer clasificado sería Pablo Carrera (Cárnicas Serrano) con un tiempo de 25:05.302.

La presencia femenina se hizo esperar en la línea de meta, donde la ganadora apareció 31m 55s 119c después de la hora de salida. Fue María Fernanda Martín, corredora de la Sociedad Atlética Val Miñor que estuvo escoltada en el podio por Noemí Gómez, de Máis que Auga, con un crono de 32:02.622 y Elena Conde, del Tri-Penta Terras de Lugo, que invirtió 32:33.744 en completar el recorrido en el exterior de Balaídos y con meta dentro del estadio.

Los chiquiceltas

Hasta que llegó el momento de la prueba absoluta, el protagonismo se lo llevaron los más pequeños. Las gradas se llenaron de padres que con sus móviles querían inmortalizar el momento. Antes, los pequeños calentaban y daban palmas al ritmo de la música y animados por la mascota de uno de los patrocinadores de la prueba. Después, incluso algún que otro pequeño, como Mara y Uxío, se despistó de sus familiares y tuvo que darse un aviso por megafonía.

Cada participante recibía una medalla y avituallamiento. El premio hacia especial ilusión a los más pequeños, emocionados con ellas al cuello una vez completada su participación. Era el caso de Adriana Alonso Pazos, una de las más pequeñas a sus tres años. «Me gusta correr, voy a correr otra carrera hoy», decía exultante ante la atenta mirada de su madre, que la corregía indicando que tendría que esperar un poco más para la próxima vez.

En atletas algo más mayores se daba incluso alguna confusión. «Aún no te toca que eres sub-1, pregunta al entrenador», se oía a un padre. Otra madre, también confusa, exclamaba: «Y ahora tengo que ir a buscar al niño a la otra punta». Una vez cruzada la meta, sus caras decían que el orgullo de los familiares superaba a cualquier inconveniente.

Integrantes del Celta Integra y del Celta de baloncesto colaboraron en la organización del evento.