A los vigueses les faltó acierto ante un combativo Valladolid y tuvieron que conformarse con un empate sin goles

X.R.c.

Lo de encadenar dos victorias consecutivas en el año 2019 y salir de la zona de descenso todavía tendrá que esperar. El Celta tuvo las mejores ocasiones ante un combativo Valladolid en un partido muy trabado, con pocos espacios en donde el balón parado fue el principal protagonista. Los vigueses, en el estreno de Óscar García en Balaídos, dispararon en trece ocasiones sobre la portería rival pero les faltó acierto (Santi Mina tuvo la ocasión más clara de toda la contienda) y un punto de chispa en los metros finales para quedarse con el triunfo. Se tuvieron que conformar con el empate (0-0). Un inoportuno atasco cuando parecía que el equipo había comenzado la maniobra de despegue.

Con la misma idea de juego, aunque con un punto menos de mordiente en la presión alta, y con Santi Mina como única novedad en el once encaró Óscar García su estreno en Balaídos en un partido en donde era de dominio público que el Valladolid, por su forma de jugar y su atrevimiento, plantearía serios problemas. Los pucelanos lo hicieron nada más saltar al campo con un disparo de Sergi Guardiola que se fue por encima del travesaño y con un tiro lejano de Hervías que puso a prueba a Sergio.

Con el 4-2-3-1 como apuesta táctica al Celta le costó adueñarse del partido a través del juego pero lo consiguió con el balón parado botando cuatro córneres casi consecutivos. Y en el último, de pizarra, el remate de Araujo ganando la posición, lo interceptó Masip, igual que dos robos de balón de Iago Aspas que terminaron en sendos disparos forzados. El portero catalán también demostró su buen momento en un remate desde lejos de un Pione Sisto que parece asentado en el once tras vivir su tercera titularidad consecutiva.

Por esta vía el cuadro vigués acabó dominando el partido y la posesión ante un Valladolid que con presión alta nunca le perdió la cara al envite y que aprovechó las pérdidas y los desajustes defensivos celestes para enviar un par de avisos antes del intermedio.

El segundo tiempo comenzó con un ajuste táctico del Pucela, con un aviso de Salisu que cabeceó solo un balón parado y con una clara demostración de intenciones del rival: parar el juego todo lo posible y cortar el ritmo.

Una trampa que el Celta no fue capaz de sortear hasta muy al final de la contienda, pero aun así a medida que caían los minutos el cuadro local fue ganado metros y presencia en campo contrario. Pero eso dominio no terminó de verse acompañado de visitas continuadas al área rival y sobre todo de ocasiones claras.

Estas llegaron con los cambios, en donde el nuevo técnico celeste volvió a demostrar profesionalidad y valentía enviando al banquillo a unos desdibujados Lobotka y Denis Suárez. Beltrán le dio más aire al centro del campo en un día de mucho trabajo por el estado del terreno de juego, Rafinha demostró con dos pases toda la fantasía que lleva dentro y el Toro Fernández salió con muchas ganas y más visión.

Los dos jugadores ofensivos recién entrados estuvieron en las dos oportunidades postreras. La más clara la firmó casi en la prolongación Santi Mina con un tiro ajustado tras una buena jugada del Toro Fernández muy activo en los minutos que estuvo en el campo. El uruguayo se comió la banda y en la línea de fondo dibujó un pase atrás que el vigués no acertó a convertir en gol. Santi Mina tampoco pudo aprovechar un excelso pase del hispanobrasileño, que volvía tras la lesión.

El empate permite al Celta seguir sumando pero le condena a vivir al menos una semana más en la zona de descenso y detiene el efecto Óscar García. Leganés, ante un directo rival, será la próxima estación para intentar apurar el paso con el objetivo de vivir el parón navideño fuera de la zona roja. Quedan tres partidos para conseguirlo.