Iago Aspas: «El cariño del celtismo es tan grande que nunca sabría cómo recompensarlo»

La Voz VIGO

GRADA DE RÍO

OMAR ARNAU -LOF

El moañés repasa su carrera en «Universo Valdano», reconociendo que en otro equipo hubiera tenido que demostrar menos para llegar a la selección

26 nov 2019 . Actualizado a las 21:28 h.

Iago Aspas concedió una entrevista a Jorge Valdano en el espacio de #Vamos Universo Valdano en el que hizo un amplio repaso por cómo ha transcurrido su carrera hasta la fecha desde sus inicios. «Desde bien pequeño me gusta muchísimo el fútbol, me dicen que vivo por y para él y una vez que me retire me gustaría seguir ligado», subrayó el moañés, que recordó que le viene de familia, con hermanos, primos y generaciones que vienen por detrás que también practican este deporte.

Admite Aspas que desde niño aspirar a jugar en el Celta «era lo máximo», repasando la anécdota de que mintió sobre su edad para poder hacer una prueba y entrar en el club. «Estaba acostumbrado a los campos de tierra, era sintético y en un partidillo y toque de balón empecé a resbalar con la hierba mojada. Pero les debió de gustar, porque al poco de llegar a casa nos llamaron», rememora sus inicios en el club vigués.

El Aspas niño: «Destacaba por la rapidez y los goles»

Preguntado por si sería reconocible el futbolista que es hoy en aquel niño de ocho años, no duda en responder afirmativamente. «Sobre todo porque era rápido. Jugaba de delantero o en banda izquierda y destacaba por esa rapidez y por meter bastantes goles. Ser liviano ayudaba contra las defensas», analiza. ¿Pero perjudicaba o ayudaba más?, le preguntaba Valdano. «Cuando llegas a profesional o eres de primer año y juegas contra los de segundo claro que perjudica. Lo noté de juvenil de segundo a tercero. Me empecé a dar cuenta de que el cuerpo liviano podría servir para otras cosas, para entender mejor el juego», revela.

Considera que su talento compensaba la carencia de la fuerza física que podían tener otros compañeros. «Entre unas cosas y otras, nos íbamos amoldando». «Cuando empecé a notar que podía ayudarme jugaba más de mediapunta, el antiguo enganche que ahora se está diluyendo. Aprovechaba más ahí», recuerda. En su infancia, explicó también, jugaba al fútbol sala y alternaba el fútbol en la calle, en el colegio e incluso en la playa. «No botaba igual, cuando controlabas el balón aquí era una delicia. Iba aprendiendo a jugar en todo tipo de superficies».

Aspas está convencido de que la calle ha desaparecido «totalmente» como escenario de formación futbolística. «Yo llegaba del colegio a las 14.30, comía y hasta las ocho no volvía a aparecer por casa. Se hacía de noche hasta que me silbaba mi padre para volver. Estaba todo el día por ahí, eso se ha perdido», compara. A su juicio, el fútbol compite ahora con las tecnologías: «Los teléfonos, ordenadores, videoconsolas han restado fútbol. En mi época había, pero no tanto», compara.

Evolución y primeros años: «Tardé en aprender a sacar partido a mi juego»

No tiene reparos el canterano en reconocer que le «costó un poco más» de lo habitual dar el salto a convertirse en profesional. «Igual empecé yo a entender el juego más tarde. Tenía cualidades, habilidades, pero no era capaz de sacar partido a mi juego», indica.

Con el paso de los años ha ido «aprendido cada temporada y entendiendo mejor el juego», algo en lo que también influyó que le cambiaran de posición y vio que se podía «sacar más jugo» a sí mismo. El cambio, profundiza, fue pasar de jugar de enganche o en banda en un 4-3-3 al rol que le otorgó Paco Herrera en un 4-2-3-1, «con Bermejo como delantero más fuerte» y él aprovechando los espacios.

Aspas piensa que si hubiera sabido hace ocho años lo que sabe ahora habría sacado más jugo a su carrera «pero las cosas vienen cuando tienen que venir». «La culpa es mía porque si no ponía de mi parte en ese aprendizaje iba a ser difícil, pero los entrenadores algo de culpa tendrán», asume.

El punto de inflexión: «Veía cerca el primer equipo, pero no era capaz»

No duda el céltico en catalogar de «punto de inflexión» el partido frente al Alavés de junio del 2009, del que hasta recuerda la fecha. «Era jugador del Celta B, había hecho pretemporadas pero tenía 21 o 22 años y no terminaba de dar el salto, que no era tan grande como hoy al estar en Segunda», recuerda. «Lo veía cerca, pero no era capaz y Eusebio me dio esa oportunidad, queda grabado para mí y para mis hijos, me di a conocer», repasa dejando clara la importancia que tuvo para él.

«¿Tanto puede influir un partido?», le pregunta Jorge Valdano sobre aquel encuentro grabado en la historia del club y en su trayectoria personal. «En mi carrera sí, quedó marcado para mí, para la afición. Desde ese día el cariño es tan grande que no sabría nunca cómo recompensarlo», afirma.

Llegada a Primera: «Era más fácil sacar mi fútbol»

En la máxima categoría, a la que llegó a los 25 años, a Aspas le resultó «más fácil sacar a relucir» su fútbol que en Segunda, con partidos «más férreos, defensas más cerradas». «Después de tres años en Segunda con altibajos, el primer año estuvimos abajo, el segundo el play-off y a la tercera fue la vencida, una gran temporada para el club y para mí», resume mencionando que anotó muchos goles y encontró su fútbol con el cambio de posición que propició Herrera.

Balaídos influyó mucho en su rendimiento. «Me siento como en casa. He hecho partidos muy malos y que me aplaudieran igual. Te da confianza para pensar que el siguiente balón te va a salir mejor. Los gallegos somos tercos y va a tener que entrar sí o sí», reflexiona. Cuando Valdano añade que también emocionales hablan del Celta-Villarreal de la temporada pasada. «Reventé, no me pude contener. Esa vena que tengo y ese amor por los colores salió a relucir». Insiste en que fuera del campo es tímido y tranquilo: «Desde siempre mi madre me dice que no me reconoce en el campo, no ve a la misma persona que se sienta en el sofá y habla poco. Soy diferente a lo que ve el aficionado en el campo».

Y se define una vez más como «un ganador», reconociendo que ha tenido rifirrafes con algunos de sus entrenadores. «Si voy perdiendo y el entrenador es el árbitro me enfado, no me corto. Luego pido perdón, acabó el entrenamiento y queda ahí, vuelve el Aspas tímido y que habla poco».

Las experiencias en Liverpool y Sevilla: «Me vi empequeñecido por grandes jugadores»

Tras debutar en Primera con el Celta, Aspas entendió que había llegado el momento de cambiar. «Me vi empequeñecido delante de grandes jugadores. No era capaz de sacar esa confianza de los dos años buenos que había tenido. Me dicen que fuera del Celta no soy capaz de sacar mi fútbol. No sé si mañana lo sería, pero en ese momento no lo fui», admite destacando que la continuidad resulta clave y recalcando que se queda con lo positivo de aquella temporada. «Viví el otro lado del fútbol, entrenar duro para ti, para no perder la forma y estando lejos de familia y amigos. Eso influyó mucho».

En Sevilla considera que aprovechó mejor las oportunidades, si bien fueron escasas. «Teníamos muy buena plantilla, mucha competencia y jugaba un solo delantero. Cuando se me dieron oportunidades creo que lo hice más o menos bien, metí bastantes goles en Copa», cuenta. Tiene también muy buenos recuerdos de la afición. «La gente me quería, siempre me pedían para que entrara».

El regreso al Celta: «En enero tuve una riña con Monchi porque quería volver»

Aspas relata que su empeño era volver al Celta ya en enero del 2015, pero finalmente tuvo que esperar a aquel verano. «Conforme pasaban los meses quería volver. En enero tuve una riña con Monchi porque quería volverme ya y lo había hablado con el director general del Celta», en referencia a Chaves. «Decía: ‘Lo que haya que perder, se pierde. Voy y lo arreglamos en media hora'». Las condiciones del Sevilla con el Liverpool lo impidieron porque «no podía estar inscrito en tres clubes en la misma temporada».

Se encontró otro Celta a su retorno. «Hubo un cambio grande, una estructura de club mejor. Luis Enrique había dejado huella y Berizzo había seguido la estela», apunta. Recuerda que hicieron una gran temporada ese año, mencionando que contaban con jugadores como Orellana, Nolito, Augusto, Daniel Wass, el Tucu o Guidetti. «Y llegó el premio de clasificarnos para Europa en mi primera temporada».

Cree Aspas que la condición de leyenda celeste la irá notando con los años, cuando se retire. «Ahora no le doy más importancia, pienso en conseguir más cosas, ser el máximo goleador en la historia del club, en Primera... Y cuando me retire saborear esos logros». A día de hoy ya percibe «el cariño de la gente, ese ímpetu, esas caras de los niños cuando llegas al estadio o marcas un gol». Recuerda que él sentía lo mismo cuando iba a la grada «y veía a Mostovoi hacer las cosas que hacía dentro del terreno de juego».

El futuro: «Quiero seguir disfrutando y aprendiendo con el fútbol»

El internacional con la selección española no piensa a día de hoy en la retirada. «Me quedan tres años (de contrato) y cuando llegue si me veo en condiciones y el club está de acuerdo me gustaría seguir más años», expresa. Entiende que su físico le ayuda con respecto a jugadores más pesados que con el paso de los años necesitan ir retrasando sus posiciones. En su caso lo que tiene claro es que desea «seguir aprendiendo y disfrutando con el fútbol».

Será también en el futuro cuando pueda decir en qué se ha equivocado. «El fútbol pone a cada uno en su lugar. En su momento me fui al Liverpool y ese tiempo fuera me sirvió para sacar todo ese fútbol que aprendí fuera y darle otra dimensión a mi juego». A día de hoy tiene claro que el fútbol es «apendizaje constante» y aspira a poner en práctica lo aprendido cuando se retire ya sea en el campo o, su opción predilecta, en un despacho.

Técnicos que le marcaron: «Eusebio me enseñó a esperar mi momento y Paco Herrera insistía en la definición»

Preguntado por los entrenadores que más le han marcado, se centra en Eusebio y Paco Herrera. Del primero dice que le enseñó a esperar su momento, ya que a él le gusta entrar en contacto con el balón y el técnico le insistía en tener paciencia. «A veces con otros técnicos he dicho: ‘Mira, lo que me decía Eusebio’».

En cuanto a Herrera, explica que le «ayudó a leer los espacios» y que a entender el juego. «Me insistía en la definición. Yo prefería una vaselina o por la escuadra y él me decía que buscara por abajo. Se me quedó grabado. Al final los goles bonitos gustan a todo el mundo, pero lo que queda son los números». Y en ese sentido recuerda el penalti que falló esta temporada: «Ser creativo puede jugar malas pasadas».

Los mejores futbolistas con los que ha jugado: «Con Nolito me entendía muy bien»

En cuanto a los mejores jugadores con los que ha compartido vestuario, se fija mucho en Luis Suárez «por su garra, ímpetu, ganas de dejarse todo y no dar un balón por perdido». También le «fascinaba» Banega por «la manera en que tenía el fútbol interiorizado en la cabeza». Del Celta, aparte de a su gran ídolo, Mostovoi, admiró a Canobbio, «zurdo uruguayo con una calidad técnica grandísima».

Con Nolito reconoce que se entendía a la perfección y tenían una conexión especial. «Es el típico que lo ves por la calle y piensas: ‘¿Cómo va a ser futbolista este chaval?’ Tiene pinta de todo menos de eso. Con él fue mi peor año como goleador, pero nos hacía mejores a los compañeros». Destaca del gaditano que «leía el fútbol, tenía último pase, definición, una calidad técnica brutal». Y de Denis -a quien convenció para fichar- señala que tienen feeling desde que coincidieron en Sevilla. «Dio un paso al lado para volver a sentirse en casa y sacar el fútbol que lleva dentro», comparando con su propio caso.

La selección: «En otro equipo no hubiera tenido que demostrar tanto» 

La llamada de la selección le llegó a Aspas «cuando tenía que llegar», aprecia Aspas. «Había hecho méritos antes, pero los entrenadores buscaban otras cosas o no me verían preparado. Cuando llegó lo estaba», añade. No tiene dudas sobre que «haciendo tres o cuatro temporadas buenas en un equipo de clase media alta no hubiera tenido que demostrar tanto para llegar a la selección, por supuesto. Es ley de vida».