Rubén emerge en tiempos de crisis

x.r.c. VIGO

GRADA DE RÍO

M.MORALEJO

El portero de Mos, como sucediera en la salvación del 4 %, vuelve a exhibir su mejor nivel

05 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Al margen del regreso de Iago Aspas, el crecimiento de Rubén Blanco (Mos, 1995) se ha convertido en la mejor noticia de la segunda vuelta para el Celta. El portero se hizo con la titularidad en el partido de ida con el Huesca en Balaídos en el mes de diciembre y desde entonces ha ido creciendo hasta firmar su mejor actuación en mucho tiempo en El Alcoraz con tres paradas antológicas que resultaron claves para salvar el punto.

El recital de Rubén ante los oscenses tuvo tres momentos estelares: el despeje de un cabezazo de Etxeita a bocajarro después de una falta botada por el ourensano Ferreiro, un remate del Cucho Hernández en el área pequeña al que respondió con una parada de reflejos y el último acto de partido en el 94 cuando Enric Gallego se presentó solo en el área pequeña y de nuevo apareció el mosense con una mano salvadora. En total: tres paradas de seis tiros del Huesca entre los tres palos, pero todas ellas con la etiqueta de decisivas. «El portero ha sido el mejor del Celta», espetó Francisco, el técnico del Huesca, en la conferencia de prensa posterior al partido.

Rubén ha ido ganando en confianza a medida que acumulaba minutos hasta convertirse en una de las pocas noticias positivas del 2019. Salvo su desliz con el pie en el balón que originó el tercer gol del Getafe, el mosense ha estado acertado en todo lo demás. Sin ir más lejos, ante el Villarreal hizo dos paradas de primer nivel en sendos uno contra uno ante Ekambi. En la anterior victoria ante el Sevilla también resultó providencial en varias opciones hispalenses, especialmente de Ben Yedder. Una semana después en Mendizorroza firmó dos paradas de las que dan puntos ante el Alavés.

Como sucediera en la salvación del 4 %, cuando era un niño de 17 años en el 2013, Rubén Blanco emerge en los momentos de zozobra del Celta. Ahora que la salvación se ha puesto complicada, contar con un seguro de vida en la portería se antoja como un arma fundamental. Y lo mejor, es que durante todo este tránsito, el mosense nunca ha aparcado su tranquilidad. No se inmuta por nada. Como si su mundo tuviera una velocidad diferente. Siempre a su ritmo.