El Celta colapsa en Zorrilla

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

lof

Una brecha por la izquierda, la falta de ataque y una mala lectura de partido, problemas célticos

28 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Compromiso, reclamaba Hugo Mallo tras la derrota en Zorrilla. Un estadio en el que el metabolismo del Celta volvió a colapsar, y en todos los frentes. La defensa hizo aguas, especialmente por el destrozado costado zurdo; el centro del campo no supo poner contención y el ataque estuvo huérfano de balones que rematar. Por si eso no fuese suficiente, la derrota ante el Valladolid se completó con una lectura de partido por parte de Cardoso que no cambió para nada el guion.

 La defensa

Una vía de agua perpetua

 Los rivales del Celta saben que el costado que defiende David Juncà es como una autovía, está libre de peaje. Ayer se constató de nuevo. El catalán, cuya habilidad se le presupone, carece de contundencia y claridad de ideas a la hora de defender, de tapar su zona de acción y frenar el avance de los rivales. El Valladolid hizo lo que quiso por una banda en la que Pione Sisto no ayudó ni lo más mínimo a su defensa, y en la que Hoedt, central zurdo, bastante tenía con intentar tomarle el pulso al partido. Si a eso se le añade que Mallo no atraviesa su mejor momento y que los célticos pagan cada error a precio de oro, el cóctel resulta venenoso.

 El centro del campo

Falta contención

 Sin Okay, Lobotka y Jozabed fueron los hombres elegidos para armar el centro del campo. El eslovaco se incrustaba entre los centrales para reforzar la salida de balón, y el sevillano acabó jugando un rato como pivote a pesar de que su fútbol responde a un perfil creativo. Aunque los vigueses comenzaron bien y Lobotka exhibió durante un rato su mejor versión, en cuanto el Valladolid subió la presión y comenzó a robar el balón, le medular céltica lo acusó. El centro del campo, con Pione y Brais ocupando teóricamente las bandas, no supo ejercer de primer dique de contención para un equipo cuyo desafío inicial es frenar la sangría de goles. Un reto recurrente al que no encuentran solución.

 El ataque

Un balance muy pobre

 Tres tiros a puerta. Ese fue todo el balance ofensivo de un Celta que disparó en ocho ocasiones, aunque muy pocas de ellas se convirtieron en peligro real. Lo más llamativo es que desde que el Valladolid empató el encuentro, rondando el minuto 70, los vigueses, en vez de volcarse en el área rival, cayeron en un fútbol sin criterio cuyo balance habla por sí solo: ni un solo disparo con el que intentar remontar el duelo. Un dato que debería hacer saltar todas las alarmas.

 El entrenador

Faltó cintura

 A Cardoso le faltó lectura de partido para mejorar a su equipo. Beltrán, Hjulsager y el debutante Manolito Apeh fueron las balas a las que recurrió en la recámara y ninguna de ellas tenía pólvora. Porque el luso parece que se ha adscrito a la escuela de Mohamed, acabó concentrando futbolistas en ataque con escaso criterio y menor resultado. Otro problema añadido.