Enero no salva los muebles celestes

Lorena García Calvo
Lorena G.C. VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

M. MORALEJO

Orellana es la gran excepción en un mercado en el que el Celta ha tenido más resbalones que aciertos

17 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El Celta recurrirá de nuevo al mercado de enero. Lo hará por necesidad, pero siendo consciente de que es una ventana de transferencias todavía más compleja que la estival. De hecho, desde que regresó a Primera, el equipo vigués ha experimentado en carne propia su riesgo. De la docena de futbolistas que llegaron a Balaídos con el frío, solo uno de ellos resultó determinante ?Orellana? y otros tres navegaron entre los elogios y las críticas, Bongonda, Marcelo Díaz y Jozabed, que continúa en el vestuario. El resto pasó con más pena que gloria.

Vadim Demidov llegó al Celta en enero del 2013 en calidad de cedido y con el reto de ayudar a resolver el problema defensivo que ya por entonces estaba latente en el equipo. Un defensa con el que, como ahora con Durmisi y Riedewald, los vigueses intentan paliar un problema crónico. Trece partidos y algo más de un millar de minutos fue el bagaje del letón, que dejó en Vigo el recuerdo de un chaval serio y trabajador, pero que no cambió el escenario.

En ese arranque de año fichó también por el Celta Fabián Orellana, el gran deseado. El celtismo lo conocía de su etapa cedido en Segunda y reclamaba el regreso del jugador, que en esa ocasión llegó en propiedad. Durante las siguientes temporadas el chileno compaginaría momentos gloriosos formando ataque con Iago Aspas con polémicos desencuentros, primero con Luis Enrique, y más tarde con Berizzo, el que supondría su adiós definitivo. En medio, 133 partidos en la élite con la elástica del Celta y casi 10.000 minutos. De los fichajes invernales del club de Carlos Mouriño, el Poeta es, sin duda, el que mejor rendimiento le ha dado.

En enero del 2014 el club vigués acudió al mercado con más apetito que éxito. Pranjic, Íñigo López y Welliton llegaron como cedidos y el club no ejecutó la opción de compra de ninguno. Tres futbolistas que dejaron un recuerdo dispar entre el celtismo. Pranjic se tomó su etapa en Vigo como unas vacaciones, el momento más glorioso de Welliton fue su detención por conducir ebrio, y López se mostró profesional pero no marcó diferencias.

Al año siguiente, en el 2015, sería Bongonda el protagonista de mes de enero. El belga sí hizo carrera en Vigo, aunque con bastantes baches. El extremo encajaba a la perfección en el perfil que tanto gusta al Celta: era un futbolista joven y de proyección que habían adquirido a un precio razonable. El jugador primero vivió a la sombra de Nolito, luego tuvo una racha que parecía que despuntaba, pero no acabó de dar el salto y salió cedido. Primero a Turquía y más tarde al Zulte, donde se ha quedado.

Con Marcelo Díaz y Beauvue el Celta fichó experiencia en el 2016, pero sus etapas en Vigo no fueron como esperaban. El chileno llegó lesionado y aunque acabó jugando más de 50 partidos, su rendimiento no convenció del todo. Tenía un guante en el pie, pero le costaba el trabajo más defensivo. El caso de Claudio fue más complejo. Una lesión dio al traste con su adaptación, y cuando regresó lo hizo en una posición que no era la suya. Dos cesiones ?todavía es del club? han sido la salida para un jugador que nunca pudo demostrar en Vigo su rendimiento en su demarcación natural.

Jozabed y Hjulsager llegaron en el 2017 con perfiles distintos. El primero, con experiencia en la liga, y el segundo con el sello de proyecto de futuro. Ambos siguen en el equipo, aunque en situaciones complicadas. El sevillano está entrando ahora en la rueda tras jornadas y jornadas en el banquillo, y el danés no consigue ganarse el puesto. Una situación que conoce bien, pero en grado superlativo, Robert Mazan, que llegó el invierno pasado junto a Lucas Boyé, otro futbolista que pasó con mas pena que gloria.