El sueño del profesionalismo que no fue

M. V. F. VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

CEDIDA

El canterano del Celta Fran Toimil se fue a Suiza con la ilusión de llegar a la élite, pero tuvo que renunciar por falta de adaptación

05 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Luchar por un sueño y hacer las maletas para perseguirlo no siempre es garantía de éxito. Con la idea de lograrlo se fue a Zúrich en el verano del 2017 el mosense Fran Toimil tras cinco años en la cantera del Celta y una vez finalizada su etapa juvenil. «Recibí una oferta y la antepuse a otras con la idea de que en Suiza podía ser más factible llegar a ser profesional y vivir del fútbol», dice el joven, de 20 años, que aún con la espina de «haber dejado pasar una buena oportunidad», empieza a disfrutar de nuevo del fútbol, ahora como entrenador en la base del Santa Mariña.

La de Toimil es una historia de intento frustrado por las dificultades de adaptarse a un país y a un idioma diferentes. «Me costaba sentirme bien allí. Aparte de salir de casa por primera vez y estar tan lejos de mi familia y mi gente, estar rodeado de personas que hablan otro idioma es complicado, por bien que te reciban en el vestuario», recalca. Y eso que al poco de llegar se fijó en él otro club con entrenador español, el St. Gallen, y decidió probar suerte a ver si la cosa mejoraba. Era un equipo de más nivel y se situaba así más cerca del profesionalismo. Tampoco cuajó.

«Cuando volví a casa en enero me di cuenta de que no quería volver, de que no podía», recuerda. No fue una decisión fácil, pero la falta de motivación y el no sentirse con fuerzas para continuar intentándolo le hicieron renunciar. «Mi familia me apoyó, pero también me decían que tenía que ser muy consciente de la decisión que estaba tomando. Me habían dado una oportunidad importante y la desperdicié», dice reconociendo que si no se sentía capaz psicológicamente de retornar a Suiza, el regreso a casa también fue duro. «El nivel de Suiza es más bajo y la idea era que en un par de años podía haber llegado a Primera. Te marca pensar que no fuiste capaz de seguir intentándolo».

De hecho, decidió apartarse por un tiempo del fútbol, desencantado con lo ocurrido y con la espina de haberse visto superado por la experiencia. «No tenía ganas, estaba dolido, fastidiado. Me llamaron equipos de Tercera, pero estaba muy afectado», relata. Sin embargo, la pasión por el fútbol seguía intacta, por eso lo que sí hizo fue comenzar a formarse como entrenador como un primer paso para retomar su vinculación con el deporte al que ha estado ligado desde niño.

La oportunidad de reengancharse le llegó desde el equipo donde dio sus primeras patadas al balón, el Santa Mariña, donde desde esta temporada se hace cargo de un conjunto infantil, una experiencia que está siendo inmejorable. Además, ha traído aparejado su regreso al verde como jugador. «Tuve de nuevo ofertas de Tercera, pero no eran compatibles con llevar el equipo, que es a lo que ya me había comprometido y no quería dejarlo». A cambio, le han convencido para echar un cable en el sénior del mismo club, en segunda autonómica, como una manera de matar el gusanillo. «Acabo de entrenar a los niños y empiezan ellos», señala.

Alberto Solís como asistente

Toimil cuenta como asistente en el cuerpo técnico de su equipo del Santa Mariña con Alberto Solís, jugador del Celta B al que tuvo como compañero en el juvenil celeste. «Le dije que iba a entrenar, le picaba la curiosidad y no lo pensó. A los niños les hace ilusión estar con un jugador que es profesional en el Celta», explica el mosense.

Más maduro tras lo vivido, asegura, Fran no descarta en el futuro volver a probar suerte lejos de casa, pero con una condición por mucho que el fútbol sea un idioma universal: «No me volvería a ir a un sitio donde hablen una lengua que no conozca porque volvería a pasarlo mal».