«Desde niño su pasión es el fútbol»

X.R. Castro VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

LLUIS GENE

La humildad, la personalidad y la madurez, además de sus condiciones, marcan la carrera de Brais Méndez, que pese a debutar con la selección absoluta y marcar a los 21 años, no lo tuvo nada fácil

20 nov 2018 . Actualizado a las 21:53 h.

Brais Méndez es un especialista en aprovechar todas las oportunidades que le da la vida para seguir haciendo historia en su pasión, en el mundo del fútbol. El mosense debutó el domingo con la selección española absoluta marcando el gol del triunfo y cumpliendo un sueño que comenzó cuando tuvo el primer balón en los pies. Desde que tenía poco más de un año, recuerda su padre, el fútbol fue su obsesión.

«Desde pequeño ha sido un crío trabajador. Lo único que quería era tener el balón en los pies, aprovechaba cada momento para jugar y su obsesión era el balón, jugar, entrenar y estar con sus amigos», recuerda su padre, Modesto Pérez, Pupi, un delantero del fútbol de bronce de la década de los ochenta.

Pupi fue espectador de excepción del debut de su hijo con la Roja. De regreso desde Las Palma recuerda el estreno. «Fue un momento muy grato porque fue un debut completo», comenta antes de hablar del gol y sus sensaciones previas: «Creí que no iba a llegar porque fue casi cayendo, daba la impresión de que se le iba a quedar atrás, pero cuando vi que golpeó el balón ya grité gol». Diego Alende, el capitán del Celta B y su amigo del alma, «tenía la corazonada» de que marcaría «porque lleva esa racha tan buena y sé de la calidad que tiene y de lo que es capaz».

El debut soñado no es casualidad, porque si algo ha demostrado Méndez Portela hasta la fecha es que siempre aprovecha sus oportunidades. Es un especialista, como asegura Milucho Alonso, el hombre que le descubrió para el fútbol en sus primeros pinitos en el Santa Mariña. «É por riba de todo un especialista. Cando chegou aquí ao Celta xuvenil custoulle entrar, pero tivo a oportunidade, agarrouna e non a soltou. Pasou igual co Celta B, chegou e non foi titular, pero cando chegou a oportunidade agarrouna, e logo chegou Unzué, que foi unha persoa moi importante para el, porque hai que ter moito valor para metelo de titular no Camp Nou. Aquelo foi unha bombona de osíxeno moi grande para el porque deuse conta de que podía xogar contra calquera e agora pásalle o mesmo aquí».

Porque Brais no salió a ejercer de comparsa, sino que desde la media punta, su posición preferida, se asoció con todo el frente de ataque de La Roja. «Vino con ganas de agradar, con moita soltura e querendo o balón nunha posición que é a súa. Xogar aí por dentro e pretiño dos de arriba para o último pase». «Supo aprovechar sus minutos. Al principio supo ganar confianza y después se fue soltando y demostró lo que es capaz de hacer», añade Alende, que le conoce como pocos.

Villarreal marcó un punto de inflexión en su trayectoria. Tras dos años en la base del submarino amarillo regresó a casa más maduro. «Tuvo un cambio muy grande. Aquella época le enseñó a ser quien es hoy en cuanto a personalidad y madurez», recuerda su padre, que también pone el acento en el proceso que le llevó a la élite: «Brais fue cumpliendo etapas, sin hacer mucho ruido y trabajando con la humildad que le caracteriza». En sus adentros Pupi le vio madera de futbolista desde el primer día «porque siempre disfrutó con el balón, desde que tenía año y medio su pasión era el fútbol. Era, es y seguirá siendo».

Pese a esta devoción, el camino de Méndez Portela en absoluto fue de rosas, hasta el que punto que consumió los tres años en su etapa de juvenil. «Brais nunca lo tuvo nada fácil. Se fue a Villarreal y tuvo unos años que no lo pasó bien y en el Celta nunca le regalaron nada. Estuvo en juveniles hasta el tercer año, pero en el Celta B pegó su gran desarrollo, demostró de lo que era capaz y luego se ganó con creces un puesto en el primer equipo», relata Alende.

El gol, por lo que ahora destaca, le acompañó desde muy pequeñito. Siempre tuvo alma de jugador de vanguardia y facilidad para marcar. «Siempre jugó arriba, de media punta o delantero y siempre tuvo gol -recuerda su padre-. Siempre estuvo asociado al gol», por eso a nadie le puede extrañar que en 23 días fuese capaz de marcar cuatro dianas (tres con el Celta y una con la selección española absoluta).

De vuelta a casa, su entorno ya pasa página. «Ahora debe volver al trabajo diario en su Celta, seguir trabajando y si hay otra llamada de la selección bienvenida sea, pero ahora debe centrarse en su club, que es a quien se debe», comenta Pupi, una persona capital para entender la buena cabeza del último internacional céltico.

Pero antes de aterrizar debe saldar una cuenta con el central del Celta B. Le debe una invitación «y ya le dije que no pasaba por menos que por un estrella Michelín». Seguro que Brais, feliz y dichoso, está encantado de rascarse el bolsillo.