Mohamed no corrige los viejos errores

X.R Castro

GRADA DE RÍO

M.MORALEJO

El Celta prolonga esta temporada su anacrónica dificultad para cerrar los partidos y no detiene la hemorragia de goles en contra al encajar seis tantos en las dos última contiendas ligueras

24 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Los viejos fantasmas vuelven a planear sobre el nuevo Celta. Antonio Mohamed reconoció en verano que el conjunto vigués tenía que reducir de un modo drástico la sangría de goles para poder aspirar a la clasificación europea. Y el reto parecía ir por el buen camino hasta que los dos últimos partidos han sacado de nuevo a la luz los males del pasado. Los vigueses han encajado seis goles en cinco días y han vuelto a evidenciar sus problemas para cerrar partidos que tenían virtualmente ganados. El primer pilar para aprovechar la inmensa pegada que sigue teniendo el equipo.

Desde que regresó a Primera División el Celta solo ha bajado del medio centenar de goles encajados en una ocasión (44 en la campaña 14/15, la primera de Berizzo en el banquillo). El curso pasado los números rojos se dispararon hasta los 60 goles en 38 jornadas de liga, a una media de 1,5 por contienda, unos registros que Mohamed se propuso rebajar al menos en 10 goles.

Sin embargo, los números de las cinco primeras jornadas no apuntan en esa dirección. Los célticos han encajado ocho goles (a una media de 1,6 goles por encuentro) y solo consiguieron dejar la portería a cero en una ocasión (ante el Atlético de Madrid). Un mal presagio.

La situación se repite también a la hora de cerrar los partidos. La temporada pasada el Celta de Unzué fue especialista en dilapidar rentas. Baste como ejemplo lo acontecido en las siete primeras jornadas en donde dejaron volar la friolera de diez puntos por encajar goles en la recta final de los encuentros (el 45 % de los once recibidos en aquella secuencia). El problema volvió a aparecer a lo largo del campeonato y fue uno de los múltiples motivos que dejaron al equipo tirado en tierra de nadie.

Esta temporada vuelve a aparecer. El primer aviso fue en el Ciutat de Valencia, en donde el Celta con el 0-2 tenía el partido controlado por completo y sin embargo un penalti transformado por Morales le dio incertidumbre a los últimos minutos, aunque en aquella ocasión el cuadro vigués terminó ganando.

El sábado el problema fue a peor. El Celta tuvo dos goles de ventaja en otras tantas ocasiones pero acabó cediendo un empate en el descuento con varios jugadores del Valladolid libres de marca. Terminó empatando Leo Suárez, que acaba de entrar en el terreno de juego. El 3-3 ante un equipo que llegaba a Vigo sin ningún gol a favor recuerda a un suceso parecido en septiembre del 2015 ante otro ascendido como el Las Palmas, que también recuperó dos goles de desventaja en la recta final. Al igual que ahora, se trataba entonces de un recién retornado. «Cuando mejor lo teníamos bajamos la intensidad y lo pagamos. Eso no es de un equipo serio. Nosotros metimos al Valladolid en el partido. La realidad es que su primer gol en Liga se lo regalamos nosotros», reconoció el técnico argentino del Celta tras el empate ante los pucelanos.

Y como sucedió la temporada pasada, el lastre de los goles encajados y los finales trágicos convierten en estéril el inmenso acierto anotador del cuadro vigués, que la campaña pasada finalizó con 59 tantos a favor (una media de 1,5 por cita) y en los cinco primeros partidos de la temporada en curso ha sido capaces de anotar 10 tantos (a dos por contienda), convirtiéndose en el tercer equipo más realizador por detrás de Barça y Real Madrid.

El problema es que los cinco últimos goles solo han servido para sumar un punto, un ratio que recuerda al precedente de la pasada campaña, cuando los puntos del Celta se habían convertido en los más caros de las cinco grandes ligas (uno por cada 1,6 goles a favor).