Un cuarto de siglo de celtismo en común

Míriam V. F. VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

XOÁN CARLOS GIL

El impulsor de aquel proyecto era el que desde el 2011 es el presidente del organismo, Pepe Méndez

11 ago 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Corría el mes de febrero de 1993 cuando un grupo de representantes de las peñas celtistas celebró la reunión en la que se constituiría su Federación. El impulsor de aquel proyecto era el que desde el 2011 es el presidente del organismo, Pepe Méndez, que ha formado parte de todas las juntas durante estos 25 años -a excepción de una pequeña temporada sabática- y que ha visto cómo el mundo del fútbol ha ido cambiando, han surgido peñas nuevas y otras se han ido quedando por el camino, pero el motor que les une, el celtismo, ha seguido en marcha con sus momentos mejores y peores.

Las agrupaciones celtistas no eran en ese momento algo nuevo. De hecho hoy, en la celebración de estas bodas de plata, se homenajeará de un modo especial a aquellas que ya han superado los 50 años de vida. Pero hasta los 90 se organizaban mediante una coordinadora que se reunía una vez al año. Eran alrededor de doce peñas. Todo cambió en 1992, recuerda Méndez: «A transformación dos clubes en sociedades anónimas facía que a afección pasase a ter un papel moito más secundario, e de aí xurdiu todo», recuerda.

Aunque luego la realidad de la evolución del mundo del fútbol les llevó por otros derroteros, su primera intención era poner en común las acciones que poseían y meter a una persona en el club que de algún modo representara al estamento del celtismo. «Era a idea primitiva, pero logo as cousas foron distintas», admite.

La Federación de Peñas adquirió importancia como un elemento dinamizador de la masa social del Celta. La crisis de los avales supuso un gran punto de inflexión, ya que a través de ella se consiguió movilizar a la hinchada para desplazarse a Madrid. También se recuerdan otras concentraciones masivas como la organizada en favor de Míchel Salgado o, años más tarde, la que defendía la inocencia de Giovanella tras ser acusado de dopaje.

«Agora a idea coa que se traballa é moi diferente, igual que as peñas xa non son aqueles grupos de amigos que disfrutaban con liberdade do fútbol coma se fose unha festa», indica el presidente con nostalgia. Asume que su papel ha dado un vuelco para centrarse en gran medida en la burocracia y el papeleo, en cuestiones que cada vez requieren más trabajo para cumplir una normativa que se ha endurecido. «Cada vez son máis as esixencias e as normas que cumprir. Hai máis control, está a protección de datos e hai moito máis control. Estamos en boa medida teledirixidos», señala.

Estas exigencias han sido el detonante para que algunas peñas desaparezcan. Pero no ahora, sino siempre. «Vin moitas disolverse. Ao final adoita haber dúas ou tres personas que o levan todo e cando deixan de estas dispostas, xa non hai relevo», comenta. También ha observado que las peñas que llevan el nombre de un jugador se desvanecen cuando este termina su etapa en el club. Gudelj, Vicente o Alvelo son algunas de las grandes excepciones, con peñas activas y con décadas de historia.

A nivel de Federación, los peores años coincidieron con la etapa en Segunda. «A marcha do equipo sempre é o que tira de nós e daquela fomos sobre 60», dice. Menos de la mitad de las 125 de ahora, cuando viven un momento de plenitud.