«Se acaba la peña, pero nos seguiremos sintiendo parte de Lío en Río»

M. V. F. VIGO

GRADA DE RÍO

CEDIDA

El presidente de una de las agrupaciones más carismáticas de aficionados del Celta explica los motivos de que la directiva haya decidido poner el punto y final

22 jun 2018 . Actualizado a las 16:37 h.

Lío en Río llega a su fin. Al menos, como peña federada. Porque lo que tiene claro su presidente, Cé Rodríguez, es que «quien lleve la bufanda en las previas y se junte para pasarlo bien enfrente de Tribuna -como continuarán haciendo- se va a seguir sintiendo parte» de lo que ha sido esta peña. Sin embargo, la directiva que él encabeza, cansada de los cambios que se han vivido en el fútbol desde que comenzaron hace seis años, ha decidido poner punto y final a la peña como tal.

Cé habla de cansancio, incluso de agotamiento. De sensaciones que venían de atrás y de una gota que ha colmado el vaso. «Este año cualquiera que quiera ser peñista tiene que firmar una autorización de que cedes todos tus datos. Era como una cadena con la Liga, la Policía, el Celta y la Federación de Peñas de la que no queremos formar parte», argumenta. Y rememora con nostalgia los inicios de la peña, cuando no había requisito alguno para obtener entradas para las gradas visitantes. Era un «celtismo fresco» con el que sí se identificaban. «Ahora te piden hasta la matrícula del autobús y todos los datos personales, mientras que si vas por tu cuenta en coche, con tener una entrada no tienes que hacer nada más».

Tienen la sensación de que las directivas de las peñas se están convirtiendo en «administrativos y oficinistas». «Si el fútbol termina siendo esto, que termine, pero se va a acabar por echar a la gente», teme. Pero esto no significa que ellos vayan a dejar de estar ligados al Celta. Han recomendado a sus peñistas que se integren en otras agrupaciones y el propio Cé lo hará también. «Que pringuen otros, ¡seguro que nos quitamos algún añito de encima!», agrega divertido. Está convencido de que encontrarán acomodo fácilmente en cualquiera de las muchas peñas con las que han mantenido en este tiempo una estrecha relación.

Los responsables de Lío en Río tenían claro que no querían un relevo al frente de la peña. «Siempre fuimos una peña fresca, con cánticos frescos pero inofensivos, chapucera, hasta desastrosa a veces. Una peña que ha vivido el celtismo de una manera maravillosa durante estos seis años y no queríamos que nadie lo desvirtuara». Tampoco ocultan que sienten pena por la llegada de este final. «Ha habido llamadas de incredulidad, también de peñas que piensan como nosotros. Nos están demostrando que había mucho respeto en la relación entre peñas y lo agradecemos mucho».

Un balance «increíble»

El final de Lío en Río no quita que hayan sido «seis años maravillosos» que han dejado a sus miembros vivencias que recordarán siempre. «Vivimos cosas que no creíamos que iban a pasar. Lío en Río era ir a Balaídos a ver al Celta y, cuando jugaba fuera, verlo con Basilio -el que fue socio número uno del Celta, ya fallecido-. Al empezar a meterse más gente también igual se nos fue e las manos, pasó a ser más impersonal y también nos llevó a esto», reflexiona Cé.

Para él se queda la satisfacción de conseguir entradas para peñistas cuando no era tan sencillo, por no hablar de los viajes europeos. «Cuando veías que le dabas una entrada a alguien para que fuera a Genk, iba, lo disfrutaba y además se ganaba, me sentía igual de orgulloso aunque yo no hubiera ido a ese partido», comenta. Y aunque está seguro de que habrá habido gente que en un momento dado esperaba más de ellos, añade a renglón seguido que no cree que nadie pueda estar descontento. «Levantamos a una grada difícil, siempre dijimos que íbamos a ser una peña diferente, que cuando surgieran las cosas las haríamos, y cuando no, no».

LÍO EN RÍO

Y lo que ahora les surgía o les pedía el cuerpo era dar por concluida la aventura de Lío en Río. Dejan huérfanos de peña a alrededor de un centenar de celtistas que se irán integrando en otros colectivos de aficionados celestes. Para el recuerdo quedan las carreras en su grada, cánticos como «gol de Demidov», aquella adaptación dedicada al eterno rival del Decime qué se siente, sus múltiples viajes, su reserva para Solna con un año de antelación, sus participaciones en el torneo de peñas o su iniciativa para ayudar a llenar Balaídos frente al Krasnodar. Las primeras reacciones de algunos de sus compañeros peñistas son síntomas inequívocos del legado que dejan.