En lo estrictamente futbolístico, los viguses acudían con un 0-1 adverso encajado en Balaídos que no pudieron levantar ante el equipo de Mouriho, a la postre campeón de aquella edición. El Celta de Berizzo, el técnico que quedará asociado para siempre al hito de que el club rompiera su techo europeo, luchó y creyó hasta el final. Un final de lágrimas que escondían tanta tristeza como orgullo. Era el final a una temporada europea mágica, seguramente irrepetible.