Un punto de sacrificio y fe

GRADA DE RÍO

Salvador Sas

El Celta hizo gala de entrega y motivación para sacar un punto frente a un Real Madrid indolente

08 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El esfuerzo, la motivación y la entrega no son elementos que coticen en el mercado futbolístico. Pero quizás deberían. Porque ayer en Balaídos quedó demostrado que las ganas y el trabajo en equipo pueden vencer a los presupuestos estratosféricos. El Madrid, con su plantilla de campanillas y millones tuvo que conformarse con el empate ante un Celta que presumió de solidaridad, tesón e ilusión. En el lado céltico no se escatimó ni un solo gramo de esfuerzo ni fe, y eso acabó marcando la diferencia ante un Real Madrid que desde el momento en el que se puso por delante en el marcador se dejó llevar por la corriente.

Unzué alteró el once para plantar batalla a los de Zidane. Se lio la manta a la cabeza retirando a Sergi Gómez y confiando en un Roncaglia que realizó un buen trabajo, y dio el mando a Radoja en sustitución de Lobotka. El serbio estuvo acompañado de un Tucu Hernández que se hinchó a recuperar balones, lo mismo que un Daniel Wass cuyo fútbol bien se merecería una renovación a la carta. El danés marcó, asistió y se desfondó.

Frente a un centro del campo celeste definido por el sacrificio y las ayudas, estuvo el de un Real Madrid tan cuajado de calidad que parece casi imposible que en el segundo tiempo estuviese tan desaparecido, tan entregado, tan pasivo. Ganar la batalla en la medular, inclinar ese centro del campo, fue el primer paso para empatar. Porque los célticos se sienten cómodos con el balón en los pies y es su mejor arma defensiva, a pesar de que a lo largo de los 93 minutos de contienda alteró el discurso.

En la primera mitad Unzué diseñó un duelo en el que confió en su ataque para buscar un contragolpe que pudiese meter en problemas a los blancos. En la segunda, sin embargo, los célticos escondieron el balón y buscaron la portería de Navas echando mano de todos sus recursos. No consiguieron ser un estilete, pero se mostraron mucho más verticales que lo que venían siendo hasta hace unas semanas. El equipo está evolucionando. La movilidad de Wass, con permiso para plantarse donde le dé la gana, y sobre todo la omnipresencia de Aspas son determinantes en ese paso adelante.

 

Todo pasa por Iago Aspas

Iago Aspas lo es todo en el Celta. O casi todo. Lo demostró de nuevo ante un Real Madrid al que amargó, a pesar de no marcar y de errar un penalti. Cada vez que entraba en contacto con el balón, sucedían cosas distintas en el terreno de juego. Su conexión con Maxi Gómez es cada vez mayor, y eso redunda en el rendimiento celeste. Lo mismo que el fútbol del uruguayo, que ya aporta más que goles, a pesar de que ayer se olvidó de que finalizar las jugadas es de primero de fútbol, y un balón que no remató acabó en gol del Madrid.

Porque el Celta se mereció el empate. Por entrega, por fútbol y por propuesta, pero ese empate, además, le sirvió de lección. Le recordó que está en el buen camino, pero no puede relajarse. Cada balón perdido, sobre todo en el centro del campo, puede acabar en descalabro. Justo lo que los célticos no quieren. El capítulo Real Madrid queda ya en el pasado, y ahora toca de nuevo pensar en el Barça. Un no parar.