El Balaídos de las grandes noches

La Voz VIGO

GRADA DE RÍO

Oscar Vazquez

El estadio presentó en la cita copera la mejor entrada de la temporada

05 ene 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La de ayer era una de esas noches especiales en las que el celtismo se vuelca para empujar a su equipo. Lo era por la ilusión que de por sí viene generando la Copa en la afición celeste, sobre todo en los últimos años, y a eso se sumaba el rival que había enfrente: un gigante batir y al que los celestes se han acostumbrado a poner en aprietos en los últimos años.

La ecuación, sumada al período navideño y las vacaciones que conlleva para los más pequeños, se tradujo en la mejor entrada de la temporada. Más de 21.000 espectadores celtistas entre los que se colaron un puñado de culés insuficientes para hacerse notar incluso cuando el talaverano Arnaiz puso por delante a los suyos.

El ambiente de partido grande se percibía en la previa. Con atascos en las inmediaciones de Balaídos y mucha gente agolpada en las puertas de acceso desde antes de que abrieran. Mientras, muchos contemplaban bajo la lluvia -no cesó en ningún momento- los avances en la grada de Río, ya cubierta casi en su totalidad.

Dentro, aunque lejos del lleno, Balaídos se hizo oír desde el principio. No solo para arropar a los locales, sino también para recibir con sonoros pitidos al Barcelona ya desde el calentamiento. El himno sonó también a capella como en las grandes citas, bufandas en alto y con las gargantas de niños y mayores a pleno rendimiento. Ya no habría descanso durante los 90 minutos siguientes.

Como no podría ser de otro modo, el gol en contra que dejó ko por unos instantes al equipo también hizo mella en la grada. Pero después del jarro de agua fría surgieron con fuerza los ánimos. Y ya con el gol de Pione Sisto se levantó la hinchada. «Ahora, equipo, ahora», se cantaba desde la grada de animación alternativa, incansable durante los 90 minutos y capaz por momentos de hacer que le siguiera el resto de Balaídos.

No faltó algún murmullo coincidiendo con errores puntuales, pero a falta de media hora Balaídos se arrancó a cantar el Aspas on fire. No hubo gol del moañés, que sí volvió a ser clave. Entre los que ayer le aclamaban estaba el pequeño extremeño de cuatro años Mario López, invitado por el club después de que su admiración por él se hiciera viral.